Y además se ganó la sustitución para la novillada de cierre del próximo martes, en la que vendrán a la villa pinariega los ejemplares de los Bayones, en lugar de Rafael Cerro que fue herido en Roa de Duero el pasado día 16. Hoy en el mano a mano con Juan Viriato, Pablo ha deleitado con una faena llena de empaque, calidad y sentido del toreo recibiendo el merecido premio de una oreja que hubieran sido dos ganadas a ley caso de no haber pinchado en el primer intento. Actuó en esta novillada como sobresaliente el torero de Morata de Tajuña Víctor Manuel Rodado.
Se han lidiado cuatro novillos de los Herederos de Juan Mateo de Fuenteguinaldo encastados, nobles y bravos en general, salvo el primero muy escasito de fuerzas, pero con ansia por embestir y revolviéndose en un palmo de terreno. El tercero aplaudido fuertemente en el arrastre. Alejandro, el hijo menor del ganadero Pablo Ingelmo acudió a Pedrajas, al no hacerlo su padre, pues por la mañana su hermano mayor resultó cogido en un apartado de toros en la propia finca, encontrándose hospitalizado. Deseamos un pronto restablecimiento al ganadero y un abrazo al padre sufriente en estos gajes del oficio.
Y cierto es que con cuatro novillos la hora y media de corrida se fue en un pis pás, pues además la gente tuvo tiempo de salir con el sol aún en lo alto, contenta y feliz en el vigésimo aniversario de la plaza piñonera. Por tal motivo la banda de música, dirigida por Ismael Clarí interpretó el «cumpleaños feliz» al romperse el paseíllo entre la ovación del público que llenó media plaza.
Los animales embistieron con la boca cerrada siempre. El primero con una clase excepcional pero escasito de fuerzas y cuando Santana sometía y obligaba por bajo a la res, ésta se derrumbó en varias ocasiones. Pablo instrumentó al novillo una lidia muy aseada, meciendo, cuidando su embestida, pero con la tizona no anduvo fino y se silenció su labor.
Donde Santana se soltó fue en el segundo de su lote, bien lidiado por David y Mario en los primeros tercios, el más bravo y más fuerte del encierro. Con ambas manos y en la distancia exigida por el novillo, Pablo estuvo hecho un tío, elegante, sobrio, entregado, con un toreo gustoso, de hondura y belleza. Había brindado la muerte del toro a Leandro «por ser tan buena persona y haberme ayudado siempre» que se encontraba en el tendido. Su faena, ligada y rematada con todas las ganas del mundo por hacerlo bien, tuvo un pequeño borrón al querer entrar a matar cuando la res no estaba colocada en la suerte, ni cuadrada ni parada. Un error que le privó sin duda de cortar las dos orejas y salir a hombros. En cualquier caso, su faena templada y poderosa, donde ni faltó un quite por tafalleras, caló en los tendidos y en todos cuantos estuvimos allí.
El otro novillero que acudía auspiciado por la familia de César Rincón fue el colombiano Juan Viriato, mucho más estilizado en la figura que a como le vimos en ocasiones anteriores. Viriato brindó uno de sus toros a Chencho el de la familia de los Chula en Medina del Campo. El animal, fiero y duro, exigente y peligroso si el diestro se descuidaba, le hizo pasar un calvario al buen torero que es Viriato. Hasta que poco antes de sonar el tercer aviso acertó con el verduguillo y mandó al desolladero al lucero y patas blancas de Ingelmo.
En su primero se gustó en unas chicuelinas, una de ellas ceñidísima, y con la pañosa anduvo aseado, pero falló a espadas y se esfumó hasta la ovación del público pedrajero.
En resumen, buenos novillos de Juan Mateo los lidiados hoy en Pedrajas, donde el toreo lo puso un chaval de Valladolid, Pablo Santana, al que sus esfuerzos, dedicación y trabajo, empiezan a darle fruto merecido. Y el martes la última de la feria que promete. Allí estaremos, si Dios quiere, para verlo y contarlo.
Fotos: José Fermín Rodríguez
Deja una respuesta