Dos importantes ganaderos de bravo, uno de ellos Juan Ignacio Pérez Tabernero «Montalvo» y el otro Paco Galache que sustituía al anunciado Carlos Núñez, Presidente de la Unión de ganaderos de toros de lidia, que no pudo asistir por enfermedad y el Presidente del Colegio de Veterinarios de Valladolid, Luis Calvo, además del torero José Miguel Pérez «Joselillo», con Santos García Catalán moderando la mesa, dejaron bien claro que el Toro es además de un patrimonio genético, el eje primordial en el que pivota la esencia de la fiesta.
Hubo momentos en las intervenciones realmente amargas pero no amargadas, duras y comprometidas, clarificadoras y especialmente diáfanas, marcando claramente una situación por la que atraviesan en estos momentos todos los ganaderos que se dedican a la cría de la raza de lidia y en general la fiesta de toros. Especialmente Paco Galache, siempre vehemente y sin pelos en la lengua criticó, sin acritud, con nobleza todos los momentos por los que vienen atravesando algunos de los encastes que están en vías de desaparición. Expuso los graves problemas ganaderos del saneamiento y las extraordinarias diferencias entre comunidades para obtener no sólo la carta verde que permite la circulación de los animales sino la lucha contra la brucelosis, tuberculosis y otras enfermedades emergentes.
Juan Ignacio Pérez Tabernero, el propietario de la ganadería Montalvo, hizo también un panegírico real y no sentimental de su profesión, poniendo los pies en el suelo y destacando la abundancia de ganado que hay ahora mismo en el campo pues la oferta supera a la demanda, comprometiéndose además a no dejar ninguna carga problemática en cuanto a la ganadería se refiere a sus sucesores. Intercaló alguna historia con carácter anecdótico para explicar su postura, seguida con interés por el público, como la tenida recientemente con el Juli en su ganadería. O el precio de los toros y el del personal que los cuida. Valoró especialmente las ayudas que pueden darse en el equipo que conforma la dirección de una ganadería e incluso recordó a su abuelo Antonio Pérez de San Fernando cuando, a las nueve en punto de la noche, allá en la finca, todo el personal de la ganadería se reunía y rezaba el rosario dando gracias a Dios e impetrando el auxilio de lo alto en una prueba inequívoca de la religiosidad tan acendrada de su antecesor. Después del rezo cada niño de aquella familia debía dibujar o pintar a su manera un toro de lidia.
Por su parte, el veterinario Luis Calvo, un profesional conocedor del mundo taurino que está al frente del colegio desde hace tres años, cuando le preguntó el moderador transmitiéndole la queja de muchos profesionales por los honorarios que cobran los veterinarios, los médicos y los profesionales que intervienen en un festejo taurino, fue claro y eficiente: El honorario de un veterinario en festejo taurino de cualquier pueblo se halla en unos 140 euros, moneda arriba, moneda abajo y que estos profesionales no eran los culpables del encarecimiento sino que hacen muchas horas, a veces hasta las tantas de la noche en los pueblos en los que se corren toros.
Previamente había hecho una exégesis histórica del advenimiento del toro de lidia y de sus encastes fundacionales. Reconoció el esfuerzo ganadero actual por lograr un animal que embista, que se mueva y que transmita.
El torero local Joselillo estuvo siempre en su sitio, es decir, viendo el toro como un animal totémico, increíblemente fuerte, hermoso, que llena de emoción al aficionado y que puede facilitar el triunfo del torero. Aparte de la dificultad que surge cuando un diestro se pone delante del toro y lo pasa por delante de la barriga sin pestañear e incluso haciéndolo con belleza y sentimiento, se mostró especialmente sincero en sus opiniones, escuchadas sin pestañear por el auditorio.
Después de las intervenciones de los ponentes, Santos García Catalán, dirigió un debate con participación del público especialmente enriquecedor para cuantos pudieron escuchar y oír lo que allí se dijo. Algunas de las preguntas de los espectadores estuvieron realmente interesantes. No faltaron preguntas como la de los conocidos «guirlaches», aquellos toros especialmente colaboradores con los toreros de no hace tantos años, así como los bonitos de hechuras y lámina «monteviejo» que adquirió Victorino Martín. Santos, conocedor del mundo taurino tras bastantes años dedicados a esta información, encajó perfectamente con los ponentes, supo arrancar el comentario preciso e hizo de la mesa un tiempo que pasó en un santiamén, repartiendo a todos los sectores de nuestra región implicados en la fiesta de toros.
En resumen, mucha emoción en esta segunda jornada y mucha verdad expuesta con valentía, con rigor y sin ninguna acritud, más bien con altura de miras, corroborada con la cálida y merecida ovación dada por el respetable que llenaba el local de Caja España.
Fotos: José Salvador.
Reportaje gráfico en la sección de fotografías: Miguel de Castro
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