Guijuelo agradeció la presencia y la actuación de un torero de la tierra al que exaltan hasta quienes no le vieron cuando aún las canas no habían hecho mella en sus cabellos. Abrió plaza, paseíllo y corrida como diestro más antiguo en el escalafón que, aunque retirado del oficio, ser torero sienta carácter indeleble como en el sacerdocio.
La tarde de hoy domingo en cuanto a festejos y triunfos se refiere ha sido más que espectacular: Por un lado Bilbao volvió a dar toros tras la restauración de su coso cenizo de Vistalegre y allí un torero peruano mostró el poder inmenso, la actitud y la quietud con que afronta todas y cada una de sus faenas ante dos Jandillas. Al lado con otra televisión siguiendo la emisión en directo por Telemadrid de la corrida desde Villarejo de Salvanés en donde se disputaba la semifinal de la Copa Chenel y en donde Ángel Sánchez ha dado la medida de un torero que comienza en su andadura profesional, llevándose el premio con tres orejas cortadas a dos ejemplares bravos de Pablo Mayoral.
Y a la par siguiendo a quienes estaban en Guijuelo, ya que no nos ha sido posible acudir en esta ocasión personalmente, la aparición de Pedro Gutiérrez Moya «El Capea» dominando el arte de torear junto a su yerno, Miguel Ángel Perera y su hijo Pedrito.
Por juntar los tres festejos en una frase, hoy Pedro ha sido Roca rotunda de la esperanza torera. Y me alegro por él, y por Guijuelo.
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