Llegan las fiestas de agosto en un año tras la pandemia que paralizó toda la actividad y la escasez de contrataciones de los toreros de Valladolid, pese a estar preparados para la llamada pues ya se sabe que la ocasión la pintan calva y, por ejemplo, David Luguillano estará el día 15 de agosto, el día de la Asunción toreando un festival en la plaza del coso de Peñafiel con toros de la Palmosilla. Así consta en el programa festivo que ha llegado a nuestra redacción.
Por su parte, el otro matador vallisoletano, José Miguel Pérez «Joselillo» está acartelado en la localidad onubense de Cortegana el 10 de septiembre frente a una corrida de los Herederos de Celestino Cuadri junto a Miguel Tendero y Alejandro Conquero.
Del novillero con caballos Ricardo Maldonado posiblemente sea Simancas la plaza en donde se le pueda ver y los novilleros más jóvenes como Daniel Medina, Pérez Marciel, Mario Navas, José Manuel Serrano y Pedro Andrés y Borja Serrano, estos dos sin caballos, con un número más elevado de actuaciones, por ejemplo participando en el Piñón de España de Pedrajas de San Esteban y en localidades de Salamanca.
Y los subalternos, un mundo mucho más abundante donde ejercer la profesión por ahí andan yendo y viniendo, trabajando en lo que les gusta y viviendo con la incertidumbre en su esportón, como Mario Campillo muy placeado con Diego García, el novillero de San Sebastián de los Reyes. David Picón o Roberto Blanco, los de Medina del Campo, Hermi Jiménez, toreando en cuadrillas de diestros que les llaman para acompañarles.
Deseo de torear es contrario al deseo de contratar de las mercantiles como parece, entre los toreros de Valladolid. Pero así está esto montado se mire como se mire y por muchos ayes y lamentos que se eleven al cielo en el silencio de una tarde no ayudan ni sirven para colocarles en los carteles.
Ojalá que la nueva hornada que viene entre con algo más de alegría, dedicación, trabajo y fuerza. Pues de momento, poco monte, poca carga.
Estas cosas, a poco que las piensa uno, le traen la conclusión que los esforzados, sacrificados, nobles, preparados y dedicados toreros que aman una profesión y que quienes deberían amarles a ellos, les niegan casi, casi, el pan y la sal tienen en sí mismos un mérito indiscutible.
Fotos: FERMÍN Rodríguez
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