Hay en Briviesca, localidad burgalesa bonita donde las haya, que además cantan un himno el día de San Roque pletórico de emoción para sus gentes, una persona que se dedica a ir y venir por esas plazas de Dios y de sus pueblos llevando sus mulas a las que enjaeza para servir de tiro de arrastre de los toros, una vez despachados por el diestro torero. Se llama Rodolfo Ramírez García y va acompañado de su esposa Lourdes, otra extraordinaria aficionada a los toros, que además realiza la función de correllaves o alguacililla, el despeje de plaza y el paseíllo, montada en un caballo bayo y uniformada perfectamente con el traje de época característico de los primeros momentos de la Tauromaquia, tocada con el sombrero de plumas y el símbolo con los colores de la bandera española que tanta vistosidad dan a la vestimenta.
Recuerdo ahora que en uno de los momentos en que hemos coincidido por una de las plazas hablé brevemente con Rodolfo, interesándome por su trabajo, afición y dedicación de enjaezador y responsable de ese tiro de mulillas perfectamente dispuesto antes de empezar la corrida, la novillada o el festejo taurino de que se trate. Con sus manos hábiles iba enrollando en la cola del macho y mula que componían la pareja las guirnaldas y cintas de colores, pues era novillada y el peso de arrastre perfectamente podían los dos ejemplares con ellas, dejándola, una vez terminada la operación, como un San Luis. Bien es verdad que cuando se trata de corrida de toros son tres las mulillas que engancha en el tiro por aquello de mayor peso de arrastre en las reses.
El caso es que los arreos, cascabeles, guirnaldas, banderolas y otros ornamentos se encontraban pulcros y en perfecto estado de revista. Son trasladados en sus recipientes que tiene preparados y, una vez acabado el festejo, limpiados hebillas, ramales, broches y cinchas, se guardan con esmero hasta una próxima intervención.
Hasta el manteo lleva bordadas las iniciales de R. y L., letras que corresponden al nombre propio de Rodolfo y Laura, junto al escudo de Briviesca, dos personajes que también aportan su grano de arena al espectáculo, haciendo las cosas bien, fomentando el colorido, la belleza y la atracción de su tiro de mulillas tal y como puede comprobarse en las fotografías que Fermín Rodríguez les hizo mientras preparaban a sus animales, vistiéndoles con las galas propias de su rango y función. Ya decía Cervantes que un palo vestido no parece palo y el tiro de mulillas, fundamental en la fiesta para arrastrar los toros, al final de la faena, dando sentido y liturgia a una actividad que tiene su indudable importancia para fomentar el espectáculo y mostrar la Tauromaquia como tiene que ser.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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