Merecida y de apoyo justo la puerta grande para este joven rejoneador en la primera de feria de Íscar que vio con sus propios ojos cómo su caballo «Navegador» fue alcanzado, al intentar clavar una banderilla corta, por el tercer toro de la tarde de la ganadería de Luis Terrón y de nombre «jurídico» de forma tan terrible que la cornada, profunda, exagerada y gravísima, hizo que los servicios veterinarios tuvieran que sacrificar al bello animal, tras sacarlo de la plaza. El toro, el más bravo y encastado del encierro enviado hoy a Íscar por Luis Terrón, achuchó al jinete cuando con escaso espacio entre las tablas y el animal, derribándolo y propinándole dos cornadas, una de ellas tremebunda y rompiéndole el cuarto trasero. Verdad es que el chaval, con cierta inconsciencia intentó pasar por los adentros, violentando las leyes de la física, al ser imposible, mínimo el espacio y ante un toro con movilidad, bravura y encastado. Y eso que había estado fenomenal pareando a una mano y colocando banderillas de poder a poder. Corneado el equino, Manuel Moreno salió con otra cabalgadura y dio muerte al «jurídico» que aplicó las leyes de la física animal a la perfección como avezado y docto toro en las leyes de la embestida.
Pese a los aplausos de la gente que en poco más de media plaza se dio cita en esta primera de Íscar, el muchacho rompió a llorar desconsoladamente en el callejón al conocer la noticia y comprobar él mismo que su caballo había sido sacrificado por los servicios veterinarios ante la imposibilidad de curación.
En el que cerraba plaza recibió dos orejas de su enemigo tras una lidia bastante aseadita, sobre todo clavando las banderillas al estribo a una mano. Muy templado y citando de frente, con verdad, cabalgando sobre la cuadra exhibida, logró un rejonazo de muerte que atronó al animal.
La lidia de esta corrida del bello arte del rejoneo la abrió Pablo Hermoso de Mendoza, un hombre querido por la gente de Íscar, pero que hubo de pechar con dos toros mansotes y rajados de Luis Terrón, de nombres «diminuto» y «platillo» respectivamente. Su sabiduría a lomos de la cabalgadura, sobre todo con «pirata» y las banderillas cortas, hizo que Hermoso de Mendoza lograra unos buenos momentos de temple, aguantó lo indecible en banderillas a una mano en el segundo de su lote y exhibió su contrastado oficio en este arte del rejoneo, pero pinchó con el rejón de muerte en un primer intento, antes de lograr un rejonazo caído. No obstante el público pidió la oreja para el estellés que le fue concedida y la reina y damas de las fiestas patronales le obsequiaron en el mismo ruedo con el ramo de flores.
Completaba la terna, aunque actuando en segundo lugar, el alicantino Manuel Manzanares, al que siguió muy atento desde el callejón su padre el maestro José María, quien pudo cortar una oreja al «fabulosito» quinto de la tarde, por aquello de no hay quinto malo. Me gustó sobremanera un par de lances dados con el sombrero en la mano al toro, muy templados, con torería y gracia. Mejor con las banderillas cortas que a una mano. Fue silenciada su labor ante el segundo, un «sevillanito» feo y agalgado, pero con badana al que intentó colocar las banderillas de frente y quebrando, cayéndolas al suelo. Persistente en su intento al fin logró clavar arriba en lo alto del morrillo y los aplausos sonaron para él. Su toreo demasiado rápido y despegado no lo completó con el rejón de muerte, al recetar al morlaco tres pinchazos y un rejón caído.
En fin en Íscar hoy no hemos visto demasiada alegría ni en el tendido ni en el ruedo, merced a un descastado encierro de Luis Terrón, salvo dos de ellos, corridos en tercer y sexto lugar, bravos, y donde la pérdida de un caballo ha sido la nota triste para un rejoneador que está progresando en su oficio a pasos agigantados, y tres peñas grandes de la tierra iscariense «La popular»; «El Ruedo» y «El abuelo» que con la música de sus charangas intentaron poner una nota de color en la tarde, notándose ausencias en el graderío de bastantes componentes, respecto de otros años y a Seve Sansegundo y a su padre por su compañía en la plaza. Y por supuesto, los acompasados sones de la Banda de música de Íscar que interpretó el pasodoble «suspiros de España» con armonía y belleza excepcionales.
Fotos: José Fermín Rodríguez
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