«Gracias TVE. Sí a los toros», «los jóvenes con la fiesta» «Sí a los toros en TVE y a la juventud en la plaza» eran algunos de los textos de las pancartas exhibidas por el público en el graderío de la plaza de Valladolid en una de las corridas más esperadas del serial festivo. Acierto empresarial al conseguir el lleno y agudeza artística al traer a tres maestros de la torería consagrados, plenos de madurez y sabedores de qué eran lo que tenían que hacer ante los astados de Victoriano del Río, bien presentados, bravos y nobles en general salvo el mansote y desigual quinto de la tarde de nombre «frenoso«, al que no picaron, que se vino arriba y le hizo sudar tinta y esfuerzo a su matador para someterlo y encauzarlo en su muleta prodigiosa de temple. De tal forma que José María Manzanares le quiso matar recibiendo sin lograrlo. De nuevo, tras perfilarse, le recetó una estocada algo trasera con derrame y la petición del público, toda vez que valoraba la emoción habida en algunos instantes de la faena, hizo que el Presidente de la corrida Félix Feliz le otorgara la oreja.
Hubo en la faena de este quinto momentos espectaculares, con el toro embistiendo con el rabo tieso, galopando, dándose raudo la vuelta, marcando una de las tendencias de carácter desigual, dignas de estudio. El toro de salida manseó, incluso fue pitado por algunos espectadores. En las manos de Manzanares, el animal se transformó, embistió con carácter, con fuerza, con celo a la muleta del alicantino, haciendo sudar al torero, y cuando éste lo tenía sometido, en la última parte de la faena, se raja ostensiblemente, cantando más la gallina tras errar con la espada.
Y empiezo esta crónica con José María Manzanares por aquello de la feliz reaparición, dando gusto al público que llenó los tendidos, aplaudió sinceramente y animó con fuerza su toreo. En el primero de su lote, el de más peso de la corrida, un «encaminado» que pese a ser bien picado por José Antonio Barroso, denotó poca fuerza, acusada a medida que avanzaba la lidia. Fue el peor del encierro con mucho por lo que el público lo pitó en el arrastre cuando las mulillas lo llevaban al desolladero.
Dos toros de poca raza y poca fuerza. Ojalá que mañana Manzanares se signifique, como así será, con la de Moisés Fraile.
Y vamos a contar en impresiones lo hecho por Julián López «El Juli», que tiene el oficio de torero con gusto, temple, poderío y conocimiento. Sabe cuidar al animal si éste falla por algún lado. Se coloca en el terreno idóneo. Pone la muleta en derechura, torea como dijo un chusco «pallá y pacá, como le da la gana y lo hace con el toro que sea«. La simpleza resume muy bien el estado de gracia de este torero que además mata como un cañón de artillería, empujando con el hombro, de tal manera que no hay hueso que se le resista. Hace la suerte a ley, echa la muleta al hocico con el golpe y cuando el toro humilla, ¡zas! el estoconazo hasta la bola.
Si el Juli cortó una merecida oreja en el que abría plaza, no se le escaparon las dos del «cetrero» lidiado en cuarto lugar. Con la derecha ciñe al toro, lo hace girar a su alrededor, apretando los pies en el suelo y cada tarde muestra su reto de auténtico maestro. El Juli es un perfecto ebanista del toreo en estos momentos: Da la toro la lidia precisa, tiene gusto, temple y mando por arrobas y además mata con prontitud. Un artista y si no, repásese el final de faena ante el primero haciendo estremecer y romper en exclamaciones y aplausos a los espectadores.
Por su parte Alejandro Talavante que toreó el sobrero de Garcigrande, al devolverse el titular, un «milagrero» que hizo honor a su nombre cuando el toro se lo echó a los lomos. Talavante, superando la paliza, el susto y la contrariedad volvió a la cara y allí fue el delirio: pases sin enmendarse, cambiando el viaje por ambos pitones, rematando con unos adornos finales de auténtica impresión, riesgo y entusiasmo. Se perfila y entra con el estoque haciendo la suerte a la perfección. Esa forma de ejecutar la suerte y lograr la estocada ya merecía la oreja que le otorgó el palco merecidamente, que unida a la lograda en el tercero de la tarde, le auparon a hombros para salir por la puerta grande de la plaza entre las aclamaciones del público allí congregado y en compañía de El Juli.
En resumen, una estupenda corrida de toros, con sol, algo de viento y lleno en los tendidos, retransmitida a toda España por el acierto de la Empresa de la Plaza, de los toreros, de Televisión española y de un hombre que ha tenido mucho que ver en esta decisión, Pío García Escudero, otro aficionado de ley a la fiesta de toros. Hoy en Valladolid, ciudad taurina, han vuelto a vibrar los espectadores con una corrida de toros y eso tiene mucho mérito, tanto que es preciso reconocerlo y aplaudirlo con fuerza. Enhorabuena a todos aquellos que han tenido algo que ver y que cunda el ejemplo.
Fotos: José SALVADOR
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