Ya está mayo florido a las puertas del calendario un año más y en él una conmemoración santera, singular, propia de Valladolid, del Abrojo lagunero y de la Aguilera arandina en la que un fraile francisco sencillo amansó la fuerza de un toro bravo desmandado por esos campos de pan llevar. «San Pedro Regalado, de la Aguilera, préstame tu sombrerillo que el sol me quema» cantaban los hortelanos de mi pueblo el día de esta efeméride y los toreros de Valladolid llevaban a bendecir sus trastos al Santuario en costumbre casi perdida hoy como tantas y tantas que pasan a engrosar la lista y caen en el pozo airón del tiempo que todo lo acaba y todo lo termina.
Pero hoy su jornada es día de celebración. Es momento de toros en Valladolid y es un aspecto grande y emotivo a tener en cuenta en el calendario torero de nuestra tierra. Y por ello se han puesto manos a la obra en la mercantil Gestión Universal de Espectáculos sus creadores Manuel Martínez Erice y Antonio García Jiménez, al frente de un equipo en el que Jorge Manrique es la cabeza visible de su gerencia, trayendo a este escaparate una formidable y atractiva corrida de toros que conmemora la grandeza, la singularidad, el apoyo decidido a la Tauromaquia y a su enganchado espectáculo entre tantos y tantos aficionados como siguen apostando por este juego eterno del hombre con el toro.
A tal fin, los entrepaños de la más que centenaria Plaza de toros de Valladolid en el paseo de Zorrilla recuerdan en un cartelón impreso la corrida que se celebrará, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, el día 10 de mayo a partir de las 6,30 de la tarde, y la novillada con picadores del día 13, así como los retratos de los diestros toreros que intervendrán en ella.
Someter a un toro a cuerpo gentil, como hizo San Pedro Regalado para la historia de Valladolid solo lo tiene como icono una ciudad, la del Pisuerga, con el orgullo y grandeza de hazaña de héroes de tantos y tantos como quiebran, burlan, lancean, paran, templan y mandan al toro bravo cada temporada en calles, plazas y campos, sin importar el riesgo.
Y ahora, en mayo, cuando aprieta la calor, los trigos encañan y están los campos en flor, llega San Pedro Regalado a Valladolid para hacer de la fiesta de toros el símbolo más importante y destacado de una época de ayer engarzada íntimamente y respetada con los nuevos tiempos actuales, donde hay cabida. Una fiesta de luz y color que fue, que es y seguirá siendo centro de atención de primer orden para una ciudad taurina como Valladolid.
Foto: Plaza de toros de Valladolid.
Deja una respuesta