Raúl Alonso Benito, Raúl Alonso en los carteles, es responsable de la Escuela taurina de Rioseco, según acuerdo de la Junta de Gobierno de dicha Entidad. El torero de Sieteiglesias entró a dirigir el Centro en sustitución del diestro vallisoletano Santiago Castro «Luguillano» quien desempeñaba dicha función desde la creación de este Centro didáctico del toreo. Y Raúl, diez años largos después de su alternativa en Valladolid un 13 de septiembre de manos de Julián López «El Juli» y de Alejandro Talavante como testigo toreando una corrida de Núñez del Cuvillo aún no ha confirmado su alternativa en Madrid como merece este matador de hondura, ligazón y empaque.
No están en verdad los tiempos para la lírica. Es cierto. Las dificultades son extremas y demasiado frecuentes entre quienes tienen la vocación de toreros. Es duro y muy complicado vestirse de luces pues la oportunidad, porque la ocasión la pintan calva, suele llegar tarde y mal.
Raúl está integrado, no obstante, en la enseñanza de jóvenes chavales de la Escuela riosecana que apuran su tiempo para dar capotazos al viento y dibujar chicuelinas de ensueño en los amaneceres de cada día.
Pero hoy Raúl está contento y recibe el reconocimiento por su labor impagable con esos muchachos que tiene a su cargo en la Ciudad de los Almirantes, como se demuestra que uno de ellos, Juan Pérez Marciel, ha sido merecedor para disputar la final del Bolsín taurino de Ciudad Rodrigo que ha ganado Rafael Laurent «el Rafi», y que el domingo por la tarde actuará en la plaza de Miróbriga delante del público en la novillada sin picadores.
A Raúl Alonso le vi de sobresaliente en la plaza de Toro y el maestro Juan José Padilla le invitó a hacer un quite a uno de los toros. La media verónica que Raúl enjaretó al morlaco no se me ha borrado de la memoria y aún la conservo junto a otra de Rafael de Paula en Málaga. Son las dos medias verónicas que guardo para mí y que tuve la fortuna de presenciar.
Con la palabra emocionada por haber completado un ciclo en el que han salido de dicha escuela toreros de la talla de Matías Tejela, Joselillo, Manolo Sánchez, Morenito de Aranda, Pablo Santana, Mario Campillo, César Manrique, Carlos Doyague y un largo elenco de matadores, subalternos y novilleros que ahora mismo andan por esos lares taurinos, la Escuela taurina que lleva el nombre de «Jorge Manrique» en homenaje al diestro vallisoletano, ha visto cómo los trastos de la enseñanza y formación han sido pasados a Raúl Alonso, un torero fino, elegante y con todas las garantías para seguir en la brecha y dirigiendo ese pequeño colegio, vivero de toreros de Valladolid, que va contra viento y marea, dejando su impronta en el Coso del Carmen de la Ciudad de los Almirantes, con trabajo, esfuerzo y cariño por la Fiesta de los toros.
Raúl Alonso, animoso y cordial, ha puesto de su parte lo que siempre le ha enganchado en su propia vida: el toreo bello, el toreo pausado, el toreo excelso enseñado a los chavales que quieren entrar en esta profesión y aprender los rudimentos, la enseñanza y la aplicación para llegar a ser torero, vocación grandiosa en la vida de quien la elige.
Ya solo quedaría ver a Raúl Alonso confirmar en Madrid. A ver si se logra.
Foto: José Fermín Rodríguez
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