Parece que a muchos aficionados con los que he hablado durante esta temporada no les atrae en exceso las corridas del llamado bello arte del rejoneo, al menos no tanto como las denominadas de a pie. Es cierto que la mayoría de las opiniones que he contrastado eran más proclives a ver una corrida o novillada picada despachada a pie por la terna actuante que soportar una corrida entera de rejones, con tres caballeros que intentan, ellos también, dar lo mejor de sí mismos en el dominio difícil de una cabalgadura y torear a caballo en el recinto cerrado y circunscrito a la plaza de toros.
Indudablemente que para gustos se hicieron los colores. Y por eso, tan digno y ejemplar es un espectáculo como el otro. Consideremos que el público profano, que paga su entrada para acceder a las plazas, sobre todo si los recintos son de pueblos, acude en mayor número a los rejones que a las corridas de a pie, tal y como se puede comprobar. Por ello, los empresarios, despiertos y avispados para dar lo que la afición demanda y ocupe más sitio en los graderíos del tendido, mejorando así su cuenta de resultados, han programado festejos de tipo mixto en varios de los lugares en que dan las llamadas ferias. Sin ir más lejos, en la provincia de Valladolid, la presencia de un rejoneador por delante y dos toreros de a pie se ha visto ostensiblemente, por ejemplo, en Olmedo y Mojados. Y no me olvido de la misma combinación en la capital de Doña Urraca, Zamora, cuando empezaba el verano, el día de San Pedro.
Por otro lado, el rejoneo ha sido de órdago esta temporada en Valladolid, en Íscar, en Arévalo o en Medina del Campo, donde la presencia de Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, los dos jinetes a la cabeza del escalafón, se pensaba iban a atraer a los aficionados para que llenaran el coso. Todo se resolvió con buenas entradas, sí, pero ni mucho menos con el lleno en los tendidos. Y de ello buena fe pueden dar y decir las empresarios que contrataron el festejo haciendo un esfuerzo de atracción e inversión considerables, como Valtauro; Perrino o Zúñiga.
Cierto es que tiene que gustar mucho una y otra vez acudir en sitios tan cercanos al mismo cartel, a ver las evoluciones equinas, a emocionarse con los caballos enjaezados y toreros, sus pasos, cabriolas, trotes y galopes, por mucha intención y esfuerzo que ponga el jinete que se enfrenta al toro montado a la jineta de su corcel, nunca llegará a la emoción del toreo a pie.
Sin embargo el rejoneo es un espectáculo bello e interesante que debemos considerar y apreciar en su justa medida. Con qué cariño y primor los cuidadores de los caballos los preparan, adornan, lavan, enjaezan y cuidan en tarde de corrida. Las guirnaldas de colores, los trenzados de crines y los arreos de cuero tienen también su importancia. El animal parece orgulloso y conocedor del sitio en donde se encuentra al iniciar el paseíllo y muestra su valor al tragar también, como el hombre, el miedo por lo que se le viene encima en unos instantes, cuando soportando al jinete debe girar, brincar, marcar el paso, ceñirse, doblar la grupa en un palmo de terreno y ante los cuernos serrados de un toro.
Los dóciles, obedientes y estupendos caballos del rejoneo ni quieren comer cuando, atados al pesebre de una plaza, esperan el momento de saltar al ruedo. Ellos son hoy los protagonistas de un reportaje que quiere servir de estímulo a lo importante y espectacular que es y ha sido siempre el bello arte del rejoneo, sobre todo cuando esas manos humanas que tiran de las bridas o marcan con las espuelas el sentido de la marcha del equino hacen las cosas con la espectacularidad que todos esperamos de ellos.
Por eso antes de abrirse el maletón en donde se guardan en perfecta colocación los rejones, zarpas, banderillas y rosas en cualquiera de los callejones de las plazas de toros, reconocer el tremendo esfuerzo que los caballeros y damas rejoneadores desarrollan montando en el campo, domando, aunando enseñanza , entrenamiento y preparación a todo un atleta como es el caballo de rejoneo.
Y entre ellos todos los nombres: Diego; Pablo; Lea; Jorge; Andy; Noelia; Sergio; Álvaro; Fermín; Leonardo; Joao; Raúl; Luis; Javier… Ellos son quienes nos hacen disfrutar cada tarde. Por eso, a todos ellos muchas gracias.
Fotografías: José Fermín Rodríguez.
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