Tarde calurosa, de las caniculares y no aptas para la salida desde el sosiego de las frescas, fue la del 18 de julio, aniversario de la inauguración de la Plaza de Toros de Toro, un singular monumento restaurado por la gestión de un alcalde de la localidad que puso a su pueblo de moda, facilitando la recuperación de un emblema taurino de primer orden como es la plaza del corro de San Francisco toresano. Hoy no nos trajo a Toro ni un festejo, ni su inauguración recordada con el símbolo de su bandera que me entregó Jesús Sedano, ni un encuentro con su pasado.
Hoy se celebraba en su recinto, en su coso, un homenaje y una oración sentida en forma de responso religioso y música emocionalmente bella, a cargo de un órgano y flauta, interpretada por Vicente Urones y Pepe González que arrancaron tras el minuto de silencio en memoria de dos fallecidos entre las astas de un toro, uno el diestro Víctor Barrio en Teruel y otro, José Luis Benito, entre las talanqueras del pueblo de Fuentesaúco en un encierro popular. El acto estuvo convocado por el Foro Taurino de Zamora.
Los dos mundos de la Tauromaquia, el popular y el profesional, el de la montera y el de la talanquera, se unieron hermanados en el dolor por la terrible pérdida de dos de sus miembros cuando el sol había ya caído en el horizonte y el silencio del aire mencionaba sus nombres y recordaba su muerte ante las astas de un toro, porque el toro mata. Y ese sí que es un axioma indudable.
En el rezo del padrenuestro y del responso cristiano por sus almas pronunciado por el párroco revestido de alba y estola morada, musitaron los concurrentes y elevaron al cielo su oración en la memoria del cielo toresano. Luego y antes las palabras, breves, concisas, amorosas, llenas de realidad, reivindicación y reconocidas hacia el torero de Segovia pronunciadas por Ana Pedrero, la zamorana canela de afición y verdad, el recuerdo y el aplauso emocionado.
Diversos miembros de las Peñas asistentes también mostraron en sus palabras la grandeza del rito taurino y su elevada actitud pese al infortunio que alcanzó en esta ocasión a dos familias, unidas en el dolor, en la tragedia, el llanto pero también con la solidaridad de todos. Y entre los presentes de toreros y ganaderos, dos símbolos de la torería: Andrés Vázquez, el nono de Villalpando y el ganadero del Raso de Portillo y Quiñón de Valdés, la vacada brava más antigua de una ganadería de España, Juan Sagarra Gamazo. Los demás asistimos complacidos, solidarios y emocionados a un acto en el que estuvo presente también el alcalde de Toro, Tomás del Bien.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez.
Deja una respuesta