Hay momentos en las tardes de toros en los que el encuentro casual o repetitivo, que de todo hay, con ciertas personas y su actividad desarrollada en el festejo supone el renacer de recuerdos, casi siempre gratos, por guardar en la memoria aquella vieja actitud de un instante. Uno de los aspectos más considerados y no por ello menos importante es el del tiro de mulillas encargado de arrastrar los toros una vez muertos desde el ruedo hasta el desolladero.
Siempre hemos creído que el tiro de mulillas debe garantizar el orden, el concierto y una cierta manera de vestir y actuar para retirar el despojo del albero, con galanura, rapidez, sencillez y con el tintineo bello en sonoridad de los cascabeles, pues el arrastre también es parte fundamental de toda la corrida. Es el cierre, el final de la película mostrada a los espectadores cada tarde.
Gratamente sorprendidos en estos últimos días en que hemos asistido a la Feria del Corpus de Ledesma al ver un personaje de la localidad zamorana de Toro, ataviado con su traje blanco, su fajín rojo, la gorrilla y la tralla del látigo, colgando a un lado del cuerpo la vara de fresno y alrededor del cuello la tira de cuero, como si fuera una larga y fina estola, los dos elementos que componen el látigo.
Era Mariano González Martín a quien en Toro llaman y conocen como «El Tiroga» y que en numerosas ocasiones acudía con sus compañeros de la peña taurina «La Verónica» a integrarse en la comitiva encargada del arrastre de mulillas. Y escarbando en la memoria encontré allá por el año 2011 una corrida de toros goyesca que se celebró en la localidad zamorana de Doña Elvira y en la que todos los componentes e integrantes del arrastre iban ataviados con los trajes típicos de una época ya lejana de comienzos de la fiesta taurina, conformando un tablado artístico, grato y bello a la vista, que causó sensación en el momento. Entre ese grupo de socios de la Peña la Verónica toresana aparece Mariano González, «Tiroga», para realizar la función del enganche de los toros al arrastre para sacarlos de la plaza.
Este servicio de arrastre que también interviene en la lidia debe llevarse a cabo con la dignidad, valer y respeto que la liturgia taurina merece, pues el tiro de mulillas forma parte también de la consideración de la misma, al mismo nivel que los correllaves o alguacilillos; torilero; puntilleros, areneros y personal al servicio del espectáculo completando así un conjunto de personas que hacen revivir cada tarde y al completo la esencia de la fiesta de toros.
Y a mí me gustaba el ruido súbito, sonoro, seco que producía Mariano con su látigo haciendo restallar el cuero de la tralla y obligando a las mulas a ir tirando con más ganas del toro por la cuenta que las tenía y saliendo en carrera rápida, veloz, rauda con el despojo arrastrado hasta el desolladero.
Y cuando le preguntan al bueno de Mariano González, él siempre contesta afable, agarrado al balancín del tiro metálico: «Yo, enganchador de toros y de Toro, señora!».
Fotos: Jesús López
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