Saltó la noticia de la negativa de Julián López El Juli para entrar en el bombo de San Isidro. Otros compañeros ya han dicho que ellos sí querían entrar en él. La libertad de cada cual está muy por encima de los deseos de quienes ven la fiesta bajo un único punto de vista, el nuestro, el particular.
Cierto es que sin Julián El Juli en Madrid, o sin Morante o sin Manzanares, el abono carece de un aspecto que debería hacerlo más completo, al darse ausencias más que notables y especiales, pues la demanda del público hacia ciertos matadores es más que significativa. En todo caso, la empresa puede ofertar un ciclo isidril de menos desprendimiento económico en pago por los servicios toreros, con lo que su cuenta de resultados tal vez mejore al abaratarse el precio de los contratos.
Sin embargo, más que la decisión de apuntarse o no a un bombo con ciertas ganaderías, es una idea que tratan de poner en práctica por ver si mejora el número de abonos y de espectadores a los festejos de toros, llenándose los tendidos de público espectador. Cosa que dudo y ojalá me equivoque.
Lo malo de todo esto es la revuelta que se crea entre las personas que están en la organización y en las actuaciones de las corridas de toros y demás festejos taurinos.
Madrid es un escaparate mundial. Por eso no puede ni debe cerrarse la presencia, por las razones que sean, de uno u otro torero.
Julián López «El Juli», que el año pasado anduvo por algunas localidades y plazas de tercera toreando en ocasiones toros impropios de su categoría, no va a Madrid; pero él es uno de los grandes toreros de esta época, ganado a pulso y ejerciendo una profesión desde niño, pese a cortapisas, opiniones y gustos más o menos incluidos en los aficionados, seguido por muchos que pagan su entrada y llenan el aforo o lo completan en gran parte.
Hoy el Juli ha dicho que no al bombo de San Isidro y sus razones tendrá y posiblemente se habrá decantado el fiel de la balanza a su ausencia de la Monumental de Madrid, abriéndose una grieta contraproducente para todos, para él, para la empresa y para los mismos aficionados. Y si no al tiempo.
Volvemos al punto de partida: Este mundo de los toros sigue estando dividido y cada vez de forma más encarnizada. Una lástima.
Foto: José FERMÍN Rodríguez
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