Y de eso no anda muy sobrada nuestra sociedad en estos momentos. Lo de saber hacer es difícil, exige trabajo, esfuerzo y compenetración, pues sin ello todo resultaría una amalgama de colores y tenue polvo.
Ahí está, sabiendo hacer, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos de escasos dos mil y pico almas, y poniendo en escena una feria taurina para honra de San Roque, el de la calabaza y el perro, con tres corridas de toros y otros festejos taurinos como encierros, capeas, cortes y probadillas. En principio, y sobre el papel, pudiera parecer mucho arroz para un pollo tal y como están las cosas económicas y financieras en estos momentos.
Y esa realidad la está dando un torero que lo fue, Mariano Jiménez; otro que acaba de dejar de serlo, José Ignacio Ramos y otro que cuando quiere es picador de conceptos, papeles, contratos, economía y silencio llamado Luis Miguel Rodríguez González.
Un trío de ases que lo mismo prepara las fiestas al Barrio segoviano más singular llamado de San Lorenzo, da fiestas en pueblos de la comunidad que pone en marcha la feria taurina de Roa con grandeza de miras, espectáculo y profesionalidad a prueba de crisis y bombas.
La sociedad constituida administrativamente se llama ESPECTÁCULOS TAURINOS Y GESTIÓN S.L. e intenta abrirse camino con su barquilla por los procelosos mares de la tauromaquia tal y como hicieron cuando eran toreros, con seriedad, esfuerzo y trabajo, sabiendo hacer como se decía en el titular y lo demuestran feria a feria, espectáculo a espectáculo, día a día, pueblo a pueblo.
Roa, la vieja tierra castellana del Empecinado, majuelo de la Ribera de Duero, dando la cara y siendo un ejemplo para tantos y tantos pueblos que elevan sus caseríos por encima del arrullo del agua, pero que no han encontrado aún la mano de nieve que les arranque las notas de la armonía social, del reconocimiento y de la admiración por hacer bien las cosas, Roa, Roa de Duero es mucho Roa.
Mariano Jiménez, el torero madrileño de Pelayos de la Presa, siempre amable y respetuoso con los suyos; duro, transigente y formal con sus interlocutores; serio y cumplidor siempre con lo acordado; sin estridencias ni palabras más altas que otras, sabiendo hacer, sabiendo estar, buscándose como cada quisqui las habichuelas cada jornada, viene otra vez a Roa de Duero a plantar cara con una feria singular, atrayente y hermosa para el público espectador, para el aficionado y para el profesional. Una fiesta para todos no para unos pocos, como tienen que ser las fiestas.
Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, dos de las fechas más toreras de Castilla, tienen por estas tierras de la ribera marcado para nosotros su calendario taurino y, si Dios quiere, se lo contaremos aquí mismo, justito aquí al lado, porque lo pequeño también cuenta.
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