Un novillero que surgió por tierras de Medina del Campo y que llegó a torear en Madrid, Sevilla y Zaragoza con los del castoreño ha decidido pasarse al escalafón de banderilleros con un papel decidido y comunicado en la mano que dice «quiero mandar mi agradecimiento a todas aquellas personas que de una manera u otra me han apoyado, ayudado o enseñado a disfrutar, respetar y amar intensamente esta bonita profesión. Afronto esta nueva etapa con mucha ilusión y ganas de hacer pronto nuevos paseíllos». A buen seguro que Roberto Blanco quien tiene en las tierras de Salamanca sitio y reconocimiento por su dedicación al mundo del toro desempeñará un papel tan necesario e imprescindible como es el de torero mal llamado subalterno y mucho mejor y adecuado, banderillero.
Cuando la carrera de Roberto Blanco iba encaminada y dirigida por Francisco Lorenzo y David Santos con la ilusión que les caracterizó, aún perdura en mi recuerdo como aficionado sus dos faenas a sendos novillos de Guadaira en Madrid lidiados en la novena de San Isidro del año 2013. Su faena al buen tercer novillo fue un modelo de poderío y fe en cuanto a someter por bajo, llevar muy toreado a su ejemplar por ambos pitones y ligar naturales y derechazos muy rematados. Además, no toreó descargando la suerte como parece más de moda en estos momentos, sino poniéndose como una vela y sometiendo al novillo con elegancia, garbo y rectitud.
Luego, el tiempo y el devenir trastocó planes y objetivos como suele suceder tantas veces en la vida de las personas y Roberto Blanco anuncia ahora su paso al escalafón de banderilleros para seguir dejando su vida y su piel por una profesión que el engrandeció y le inoculó el veneno que estigma para siempre, dando carácter y señalando libremente el destino a quien quiere y no a quien puede.
A Roberto lo he visto torear en varias ocasiones por esas plazas de Dios y le vi sufrir como un perro en Madrid, sobreponiéndose a una tarde de encastes minoritarios que es lo que queda para cuantos no tienen posibles económicos o el suficiente predicamento para entrar con mejores condiciones y garantías.
A Roberto Blanco, un torero de plata hoy que ayer quiso y no pudo ser de oro, como tantos que integran el abanico de esa relación le diría: No importa, Roberto. También la plata es de ley. ¡Suerte!.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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