El peruano Andrés Roca Rey salió por la puerta grande tras cortar una oreja a cada uno de los novillos de Sánchez Arjona que le tocaron en suerte y que lidió con poderío, colocación, gusto y valentía. Sus compañeros de cartel Álvaro Lorenzo, silencio y silencio y Ginés Marín, silencio y oreja no pudieron acompañarle en su salida a hombros de la plaza cuellerana.
Se han lidiado cinco toros coquillas de Sánchez Arjona, terciados, escurridos y sin fuerza los tres primeros y bravos y nobles los dos siguientes y uno de Guajira, como sobrero, que sustituyó al devuelto del hierro titular por invalidez manifiesta, bravo y bien presentado.
Poco público en el coso de Cuéllar, un tercio de plaza, para presenciar esta novillada que sobre el papel era de categoría notable.
La primera parte de la corrida resultó soporífera, aburrida y con poca chicha debido a la escasez de fuerza de los animales de Arjona, muy débiles de remos, pese a las ganas de aplaudir de la concurrencia. Menos mal que tras el receso de la merienda por aquello de la reposición de fuerzas y refrescar el gaznate, la cosa mejoró sustancialmente en la última parte de la corrida, en especial con la lidia del quinto y sexto.
Hoy se ha visto de forma palmaria que correr en el encierro los toros que han de lidiarse por la tarde pierden gran parte de su fortaleza. Salen como apagados, sin poder ni pujanza y para ser entregados como arreglo de enfermeros en que casi deben reconvertirse los diestros.
La cosa iba mal pero se enderezó con la salida del sobrero de la Guadajira aplaudido por su presencia y trapío y la faena que le instrumentó su lidiador Ginés Marín, el novillero gaditano de Jerez de la Frontera. Tras saludar su cuadrilla, empezó de hinojos echando raza y valor ante el ejemplar y con la mano izquierda tuvo un pasaje realmente poderoso, templado y artístico. Pese a recibir un achuchón junto a las tablas, logró la estocada entera que le permitió pasear la oreja pedida por el público.
El toledano Álvaro Lorenzo, que abrió plaza no pudo hacer faena a ninguno de sus enemigos, inválidos, rotos y escasos de fuerza. En su primero, muy mal lidiado y peor picado, anduvo tirando líneas de forma deslavazada e irregular. Con una casi entera perpendicular despachó la res. Y ante el cuarto más de lo mismo y aviso. La verdad es que el peor lote le cayó al muchacho con suerte aciaga y de silencio.
Quien sí sonrió, y bien, fue el peruano, discípulo del maestro Campuzano que le acompañó y orientó en varios momentos desde el callejón. En el que cerraba plaza y corrida estuvo valiente, entregado, dispuesto, sin retroceder jamás, dándole al ejemplar una lidia casi perfecta y sometiéndole como un gran maestro. Además su cuadrilla había saludado al público, especialmente su subalterno Iván García que pareó con primor y arriba. El único borrón de Roca Rey esta tarde, el metisaca en su primer intento por acabar con el utrero de Arjona, lo que fue el obstáculo para no conseguir cortar las dos orejas que, de haber logrado a la primera la estocada final hubiera sido más que merecido.
En fin. Cuéllar sigue con sus fiestas patronales en la que el reclamo de los encierros atrae por la singularidad de su desarrollo, y aunque vaya en detrimento del comportamiento de los toros en la tarde de corrida, es lo que desea el pueblo, pues amén y hasta que el cuerpo aguante.
Fotos: ERNÉS FERNÁNDEZ y Jesús López
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