Ayer por un toro de Baltasar Ibán, al entrar a matar en un volapié sin ventaja alguna, Román Collado fue cogido, sufriendo una cornada en la cara interna del muslo derecho «con una trayectoria de 30 centímetros hacia fuera y abajo que produce destrozos en vasto interno, musculatura aductora, contusión con vaso espasmo de arteria femoral, rodea el fémur por su cara posterior produciendo contusión del nervio ciático y presenta orificio de salida. Pronóstico muy grave».
Tremendo el tabacazo recibido por el animoso torero valenciano. Incluso, después ya en el hospital San Francisco y por la noche precisó una segunda intervención quirúrgica como relató Rafa Garrido de Plaza 1: «La 2º operación de Roman ha salido bien, finalmente tenía seccionada la arteria femoral y la vena dañada, le han hecho un bypass con vena de la otra pierna. Hemos estado con él y está animado y agradecido a todas las muestras de cariño recibidas. Queda ingresado en la UCI».
«Santanero» más «satanero» que nunca hundió el pitón hasta la mazorca en el animoso torero que quiso rubricar una faena entregada y animosa, con la verdad siempre por delante, en un volapié canónico que a punto ha estado de costarle la vida en la corrida de las Ventas de Madrid, dejando su impronta como auténtico matador de toros en ese toro brindado a su compañero Emilio de Justo a quien sustituyó en el cartel.
Román, verdad torera, sin ventaja alguna, tirándose arriba con el estoque, sin trampa ni argucia, recibió el último derrote de furia con el clamor y pavor del público al ver el fatídico instante por la cornada ardiente y terrible en su muslo.
Ponte bueno, torero, que eres ya la sonrisa noble de esta vocación eterna.
Fotos: J. Sánchez OLMEDO
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