Y conseguirá abrir el tapón de esa botella cerrada que supone la lista ganadera del toro bravo para las plazas importantes a base de esfuerzo y trabajo, ilusión y conocimiento científico que supone un hito destacado en este mundo de aproximación tan necesitado de diversidad y variedad en la sangre brava.
Salvador Gavira García explicó en el programa de Radio Pedrajas «Me gustan los toros» que dirige Javier Fernández Cisneros el proceso de constitución, la historia y la realidad ganadera de sus animales y los resultados de análisis veterinarios cuyas muestras presentadas en la Unión de Criadores demostraban que los encastes Miura, Pablo Romero y Gavira daban un salto tremendo sobre los demás que eran casi todos iguales, semejantes. El encaste de la Isla de la Blanquilla, la isla de los toros, allá por Algeciras en el parque de los alcornocales, cuida un tesoro único, especialmente admirado por su hermandad con la sangre del Raso de Portillo, la raza morucha castellana.
Salvador Gavira García, tras la muerte de su padre, se ha puesto manos a la obra en una ganadería que empieza y busca para la lidia un toro con amplia caja, con edad redonda de cinco años y que se garantice su valor y su valer, como no podía ser menos.
A lo largo del programa radiofónico Salvador además de dar la razón a su padre por fomentar y disponer hasta su trágica muerte de una ganadería que contaba con una reserva genética que se creía extinguida, la de la raza castellana, mostró con claridad emocionada y resolución su trabajo en el lugar en donde él ejerce ahora su vocación y su ilusión ganadera con la importancia que la misma tiene para el devenir de la realidad ganadera de bravo.
Antonio Gavira defendió siempre y con razón que en su ganadería tenía una gran reserva genética. En las plazas de primera categoría, donde reciben los toros los dos puyazos fuertes para atemperar su embestida y aguantar toda la lidia con fiereza ayudan a dosificar la bravura, sus toros van a más.
Salvador Gavira es un artista apasionado que trata de encajar las piezas y lo está haciendo, poco a poco en su ganadería, de 400 hectáreas de tierra, con ideas claras, análisis y estudios profundos, aplicación científica singular y embarcado hace cuatro años en una aventura durísima. Su animales defienden el territorio entre acebuches y alcornoques y ellos mismos han aumentado su vocación.
Hora es que los aficionados conozcan, sepan de la labor de personas dedicadas al ganado bravo como Salvador Gavira el continuador de una vida sacrificada empezada por sus antecesores que quiere competir lealmente con sus cinqueños con esas enormes factorías ganaderas que tienen puesto el tapón en una fiesta que necesita de la variedad y sobre todo de la competencia.
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