Están a punto de abrirse de par en par las puertas de la Plaza de toros de Valladolid para honrar como se merece al santo franciscano de la calle de Platerías o de la plaza del Ochavo que casi, casi da lo mismo. Él es el patrón de los toreros, ese oficio tan bello, valiente, espectacular, magnífico y singular que tienen unos hombres dedicados de por vida a crear belleza frente a un toro bravo.
La Federación taurina de Valladolid, a través de esta misma web electrónica, un periódico cibernético hecho con todo el cariño y profesionalidad con que podemos y sabemos, estará presente en la Plaza de toros para luego contar, narrar las opiniones, vivencias y cuestiones suscitadas a todos sus lectores y seguidores.
San Pedro Regalado, el santo de la Aguilera, patrón de Valladolid y de los toreros. El fraile lagunero se queda esta vez en su altarcillo de la iglesia vallisoletana y del Monasterio de la Aguilera en donde reposa y paseará su aura por el coso del Paseo de Zorrilla para ver la extraordinaria corrida de toros que está programada por TAUROEMOCIÓN.
Por San Pedro Regalado, patrón de los toreros, a cuyo patronazgo se acogen con la bendición de los trastos allá en la Aguilera de la burgalesa Aranda de Duero, sitio en donde se custodia la memoria e historia del fraile torero más singular de la tradición, se destapa la memoria y el recuerdo agradecido de un grupo de personas que tienen a la fiesta de toros como centro vocacional de una vida a la que todos deberían respetar.
La tradición antigua de bendecir los trastos toreros para la temporada taurina por parte de los diestros que acudieron al Santuario de San Pedro Regalado en la Aguilera (Burgos), llevando sus esperanzas, su legítima obra y elevando su oración pidiendo la intercesión del santo más torero de todos, San Pedro Regalado. Después la Comunidad de Iesu Communio recibía a todos los integrantes de la comitiva en una de las dependencias monacales con la sinceridad y alegría que produce la vida contemplativa dedicada a la oración. Nada menos que casi dos centenares de monjas jóvenes cantan, explican, escuchan, aplauden y ríen en una mañana plena de emotividad.
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