Ya está aquí asomándose en el calendario una nueva función de toros en homenaje al Santo patrón de los toreros, San Pedro Regalado y qué mejor honra para el fraile del Abrojo y su memoria que una extraordinaria actividad taurina protagonizada por Valladolid, su Ayuntamiento, la empresa VALTAURO, los aficionados a los toros, y los diestros toreros tanto a pie como a caballo convocados para la ocasión.
Sobre el papel, y ahora mismo, es un buen cartel de toros el del domingo día 11, con Enrique Ponce; El Fandi y José María Manzanares de protagonistas, lidiando un encierro de Cuvillo. Los tres tienen sus seguidores, arte por arrobas, colores, luces, triunfos y alegría que, con la que está cayendo, bien que los merecen. Se completa con los toros de Castillejo de Huebra para los rejoneadores Sergio Vegas; Leonardo Hernández y Manuel Manzanares.
Es cierto que la convocatoria hecha de este extraordinario cartel y las disputas políticas por un quítame allá esa subvención, en especial aireada por gentes que ni le importan los toros, ni quieren saber nada de ellos y de la riqueza que generan, expresan su deseo de ponerse al frente de una pulcra administración que dedique sus recursos a otras cosas para ellos más importantes, lleva a una polémica a la que hay que dar la justa medida de atención y respuesta, pues por algo es la fiesta más singularmente española de todos los tiempos.
Los toros en una Ciudad taurina como Valladolid son cultura, generan empleo, riqueza, inversión y dinero y sirven también para soportar y pagar entre otras cosas, tal vez y en más de una ocasión, los estupendos sueldos de quienes se oponen a esta singular conmemoración, con soflamas antitaurinas, de rechazo abierto y de profunda insolidaridad contra un sector económico agropecuario de primer orden que, por cierto, aún no les ha puesto en su sitio merecido, por aquello de no dar voces, no gritar y ser bien educados en la contestación.
Los toros son cultura y merecen la misma ayuda, el mismo respeto, la misma consideración y el apoyo que cualquier otra actividad del mismo o parecido jaez, sea cine, deporte, teatro, ópera, museos, memorias, libros, investigación histórica, fotografía, subvenciones al papel prensa, a la radio o a la televisión… entre otros aspectos, que con los nombrados basta para hacerse la idea. Que el Ayuntamiento de Valladolid disponga cantidad para ayudar en lo que su Gobierno decida a la celebración de los festejos en honor a San Pedro Regalado entra dentro de sus competencias. Y como aquí, como en todo, no hay pensamiento único, cualquiera puede apoyar o criticar la medida y hacerla pública dentro de sus posibilidades, cuentas de resultados, apoyos y apetencias en uno u otro sentido.
Ahora bien, calcúlense los recursos económicos que directa e indirectamente estos acontecimientos generan para una parte muy significativa de la economía vallisoletana: restaurantes, bares, hoteles, medios informativos, transporte… Seguro que una cantidad muy por encima de lo invertido por un Consistorio municipal.
De manera que procuremos no rasgarnos las vestiduras y presentar las cosas con demagogias interesadas y partidistas.
El único problema existente es que los toros no están de moda entre algunas personas y quienes los quieren erradicar a toda costa de la faz de la tierra vocean demasiado y destempladamente. Su objetivo estará lejano, distante y será utópico, siempre que exista en la otra parte cohesión y un convencimiento de la raíz innata del bien inmaterial, artístico y cultural que sustenta y refleja en la personalidad española.
Ya se asoma el mayo florido y hermoso, con la luz intensa de primavera, y en la plaza de Valladolid está la cita para cuantos aprecian y gustan de este espectáculo genuino que es la lidia de toros.
¡Que San Pedro Regalado nos bendiga a todos!.
Dibujo de CAPEL.
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