Ahora que el tiempo se congela a pocas horas de empezar la andadura en un año nuevo y los toros rumian en silencio echando el vaho de fumador contra la helada de la mañana, cerramos la puerta a uno viejo que nos ha traído mucha tristeza al mundo taurino pero también alegrías de apoyo, compañía y solidaridad. Falta poco para que San Silvestre, cuyo atributo es el toro que se lo pusieron por aquel a quien resucitó, muerto por un mago de mala leche, cuando las nieblas tiritando se cobijan en el valle y las doce uvas abran paso a un nuevo paseíllo y temporada con el canto gozoso y música alegre de un pasodoble, permita que asistamos a la Fiesta grande, la del olé, la belleza, la singularidad y el valor de un torero en una plaza de toros, pero también la de un hombre, de una mujer citando, llamando, burlando desde una talanquera al toro bravo, corriendo un encierro o quebrando con galanura a cuerpo gentil su embestida. Porque todo es Tauromaquia.
Saber afrontar las ideas y los hechos, que se clavan como estiletes afilados en el cerebro y en la cara cuando desde posiciones dominantes se desdeña, reprime, eliminan o prohiben manifestaciones taurinas, singulares unas, históricas otras, genuinas todas, propias de los pueblos y de sus gentes que las heredaron, las mantienen y las defienden dentro de su corazón como mejor saben y pueden, es el gran objetivo para este año que viene cargado de esperanza y singularidad.
Los toreros siguen en su preparación diaria, cortando el frío en las mañanas de invierno, entrenando en el campo, cuando solo les acompañan las bandadas de grajetas y de chovas que violan el silencio con sus graznidos estridentes y su plumaje negro, catafalco, contrasta con el blanco, oro pálido, de la escarcha. Ellos fuerzan la ilusión y alimentan su esperanza para llegar de nuevo a vestirse de luces una tarde de resol ante el público que les espera en el tendido de una plaza de toros. Porque todo es Tauromaquia.
Los aficionados tienen que mostrar su orgullo y apoyar en su posibilidad activa la fiesta, demandando festejos, asistiendo a los mismos y mostrándose orgullosos de una destacada afición, crítica en ocasiones pero siempre entregada a la causa, sana, sin dobleces ni tapujos. En sus ciudades, en sus pueblos, en sus casas, es hora de enorgullecerse y sentirse unidos a la Fiesta de toros, momento de demandar y exigir que haya toros en las fiestas patronales, pues ya se sabe, digan lo que digan, que «una fiesta del pueblo sin toros, es una fiesta muerta», como dejó dicho Félix Calvo el sempiterno alcalde de Villalar de los Comuneros. Entre sus agrupaciones, sociedades, asociaciones, peñas taurinas y entidades aglutinadoras, figura siempre el fomento y sobre todo el amor por la fiesta de toros y todo cuanto ello conlleva. Estos grupos humanos son una fuerza de choque imbatible si están organizados, la infantería comprometida que planta cara a tantos ataques como recibe día a día la Fiesta de los toros. Porque todo es Tauromaquia.
El toro, la pieza singular, el animal totémico, el eslabón sin el cual esto nunca funcionará con la precisión de un reloj suizo, es quien debe marcar la hora de cada momento, de cada festejo, de cada corrida, de cada instante. Su cuidado y desarrollo a cargo de ganaderos que están integrados en la prisión del campo cuando, a veces, hasta respirar en sus dehesas duele, superan el trago amargo de cortapisas y sacrificios por la satisfacción del deber cumplido y su anhelo satisfecho. Sin ellos, no tendría la Fiesta ningún sentido. Por eso son la piedra angular del edificio. Porque todo es Tauromaquia.
Termina el año viejo y comienza el nuevo, el rebrote. Una vez más se mantiene el ciclo vital de la Naturaleza, ese botón florecido, criado y mimado donde solo el toro bravo es la razón de nuestra misma vida. La nobleza de su embestida y el peligro de sus astas sacuden con brío el aire de la vida.
Suerte a todos, ánimo, fuerza y Feliz Año nuevo.
Porque todo es Tauromaquia.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez y Archivo Federación taurina Valladolid
PEPE LUIS dice
Feliz Año 2017 a todos los aficionados al Toro y que nos traiga muchas tardes para el recuerdo. Especial dedicatoria y recuerdo a la familia de Víctor Barrio. Un abrazo a todos.