Ahora que los premios de las distintas agrupaciones y sociedades taurinas empiezan a repartirse en las jornadas de invierno para seguir con el activo recuerdo de unos momentos de la lidia llevados a cabo en pueblos y ciudades por diestros toreros, ganaderos y rejoneadores, he querido recoger la efeméride de hace ya seis años y hecha realidad en Íscar, cuando la asociación taurina y cultural de la localidad piñonera tuvo el detalle de invitarnos a moderar aquella mesa.
José Manuel Sánchez Herrero, de la ganadería salmantina de Hermanos Sánchez Herrero, la de los toros aldeanueva con brío y bravura, y la rejoneadora madrileña Noelia Mota, aquella de la que se habló tanto y que nunca más se supo por actuaciones como amazona rejoneadora, acudieron a Íscar en 2011 a recoger sus trofeos. Era una época en la que aún los galardonados acudían y asistían a recoger los premios que otorgaban las peñas, agrupaciones, sociedades y aficionados, haciendo pasar una velada extraordinaria a cuantos se daban cita en el recinto donde se llevaba a efecto el acto cultural taurino.
Hoy, con el paso del tiempo, estamos viendo cómo en la mayoría de los casos, los diestros premiados ni acuden ni tienen el detalle para con su público que quiere contemplarlos, oírlos o saludarlos en un acto abierto. Y así, premios importantes y premiados deben entregarse a subalternos, a personas interpuestas, enviadas o representantes de los directamente reconocidos. No puede extrañar que los grandes premios taurinos, por ejemplo de la provincia de Valladolid, como el prestigioso trofeo San Pedro Regalado que entregaba el ayuntamiento, ya ni se convoque en su celebración, por un lado porque el Consistorio así lo ha decidido en su Grupo de gobierno, pero por otro porque nadie quiere, ni puede, ni desea continuar con su convocatoria.
El que los toreros no acudan personalmente en las jornadas de invierno a los actos que las peñas anuncian en sus actividades o lo hagan tan solo en aquellos sitios en donde interesa su divulgación, muestra un poco más el alejamiento que de los saraos públicos tienen algunos de estos personajes. Parece algo así como en aquel ejemplo del Evangelio de la convocatoria a la boda de un hijo que hiciera un rey a sus súbditos y unos por una causa y otros por otra, el caso es que las disculpas para no acudir fueron la nota dominante en sus respuestas. De manera que el rey de la lectura religiosa tuvo que enviar a buscar a los caminos a cuantos se encontraban por allí de baldío y sustituir a los invitados que se disculpaban para no acudir. Algo así ocurre ahora mismo entre los invitados y galardonados a recoger el premio con el que se les reconoce su labor. En el otro lado de la balance hay que poner, sin duda alguna, la abundancia de convocatorias aquí y allá que hacen las peñas, sociedades y agrupaciones de aficionados, y la razón de imposibilidad de asistencia de un torero el mismo día y a la misma hora en dos sitios diferentes distantes entre sí varios kilómetros.
En fin, la entrega de premios y las mesas invernales se abren como un abanico en distintas localidades para hablar de toros, recordar y volver a vivir que a la postre es lo que procede a la espera de una nueva temporada. Hoy mi recuerdo estuvo en Íscar y las fotos de José FERMÍN Rodríguez así lo atestiguan.
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