Conocí a Sánchez Vara compartiendo mesa en Mojados allá por el año 2012, presentando a los aficionados de la localidad vallisoletana la feria taurina última del calendario en la provincia de Valladolid, cuando se acarteló con una corrida del raso Portillo, que a la postre resultó exitosa, triunfal e inolvidable. No solo porque los encastados toros de los herederos del Conde de Gamazo trajeron un soplo de esperanza a la apocada fiesta de toros, sino porque además quedó palmariamente demostrado que la fiesta de toros, cuando se organiza con el conocimiento y la amplitud de miras siempre deja el poso, el recuerdo, la memoria en su grabación indeleble.
El torero de Guadalajara, Francisco Javier Sánchez Vara que ha pasado por la Tauromaquia muy cerca de las cuarenta primaveras de vida que tomó la alternativa en Sacedón (Guadalajara, España) compartiendo cartel con Luis Francisco Esplá y «El Fandi» con toros de Soto de la Fuente el año que alboreaba el nuevo milenio y confirmó en Madrid ante toros de Alonso Moreno en 2003 de su padrino Domingo Valderrama y Alberto Manuel como testigo, ha estado siempre en ese grupo de toreros bregados con lo duro, la dificultad, el sinsabor, el riesgo y la cornada. Un torero curado en sudores, pueblos y metafísica, curtido en mil batallas y ajado por el sol manchego como un don Quijote, hidalgo de la capa, de la muleta, las banderillas y la espada.
De este torero tuve la fortuna que me brindara un toro del Raso Portillo al que desorejó por partida doble, le permitió salir a hombros por la puerta grande en la singular y gran plaza de «las Ventas de Valmojados», que ese es el nombre del coso taurino de Mojados. A duras penas pude contener la emoción, tal y como sucede a cuantos alguna vez han recibido la distinción de ser reconocidos en su labor por el brindis emocional y emocionante siempre de un torero y nunca se me ha olvidado. Por eso, ahora al saber que este hombre, diestro torero, se encierra con seis toros de Prieto de la Cal, duros como el pedernal, difíciles y exigentes en la localidad francesa de Vauvert el mismo 14 de mayo a las cinco en punto de la tarde, el momento de la palabra de apoyo, la única que yo puedo ofrecer, es junto al deseo de triunfo mi mejor ofrecimiento.
Esta manera de celebrar la fiesta del patrón de los toreros, San Pedro Regalado, es un gesto y una gesta más de cuantos se mueven en el mundo del toro y esperan agarrar la ocasión por los pelos, aun sabiendo que luego sea calva. La de Sánchez Vara como la de tantos otros toreros esforzados y ayunos de contratos es para mí motivo de orgullo y reconocimiento.
Por eso solo, ya merecen todos ellos nuestro respeto.
PepeLuis Martin dice
A la Fiesta la engrandecen toreros con estos gestos. Toreros grandes y sin embargo modestos. Bravo TORERO!!!!