Que se enriquece sobremanera sin duda alguna el anecdotario taurino en las charlas invernales que organizan las peñas, agrupaciones y asociaciones es algo evidente. Tal sucedió en el Centro cívico Esgueva donde antes estuvo la cárcel vieja con la encerrona que dio la Peña vallisoletana de El Juli a cuantos aficionados acudimos en la noche del primero de diciembre, día de los santos Eloy y Próculo.
Con la moderación en la mesa de Manolo Illana acudieron al toque del clarín Fernando Álvarez Sobrado, propietario de la ganadería de Valdellán; el matador alcarreño Javier Sánchez Vara y el apoderado Jorge Castro Luguillano. La terna estuvo acompañada por el Presidente de la Peña Jesús Doncel y el Vicepresidente Juan Ignacio Crespo. Lleno en el tendido y una larga hora de coloquio trajeron a Valladolid recuerdos de añoranzas y grandezas de la temporada pasada y de la vida profesional de los convocados.
Javier Sánchez Vara, que vino con la muleta -de palo- en la mano derecha para apoyar su pierna operada hace escasos veinte días y que dedica de 6 a 7 horas de rehabilitación para recuperar la perfecta movilidad, habló del toro de Sahagún indultado este año y que precisamente pertenecía a la ganadería de Valdellán. «Paquino«, el hijo de la «paquina» vive apaciblemente en el campo ganadero, a la espera de la llegada del harén vacuno que perpetuará su sangre y su bravura en la explotación pecuaria de Santa María del Río, allá en el viejo cenobio de Valdellán, donde aún quedan toros gracilianos.
Su criador y ganadero Fernando Álvarez en la actualidad cuenta con un centenar largo de vacas, exactamente habló de 117, «que comen todos los días«, de las que piensa retirar algo más de una docena, para ir conformando reses de las que él desea dar por esas plazas de toros en donde se requiere.
Su encaste, muy del gusto de los viejos y entendidos aficionados, mantiene un halo especial de toros duros, exigentes, nobles y bravos, es muy apreciado especialmente en Francia, sitio en donde ha lidiado. En España, aparte del indulto de Sahagún, recordó la corrida de la Granja de Ildefonso que propició el triunfo de Sánchez Vara que cortó tres orejas y que el matador recuerda con especial regusto y emotividad aquella tarde. No se olvidaron de la novillada de Palencia, lidiada por la feria de San Antolín que causó sensación entre los aficionados y cuya crónica puede releerse aquí en esta misma web.
Hablando de manías y supersticiones toreras, la anécdota vino con el traje de torear verde botella y oro que le regaló la mujer de Ángel Teruel a Sánchez Vara y que pertenecía al diestro madrileño. Fue ponerse Javier este traje y en la primera corrida recibió una cornada en el mes de septiembre. Recuperado en Octubre volvió a colocarse el mismo traje para una nueva corrida y el toro le arreó otra cornada más grave. Alguien le dijo que era el color del vestido y Sánchez Vara se lo regaló a un novillero amigo, más para deshacerse de él por el mal fario que por otra cosa. El novillero se lo puso para torear en un festejo en la localidad zamorana de Peñausende y el toro le propinó un cornalón muy serio y muy grave al muchacho. Desde entonces, el traje lo guarda él en un armario tal y como quedó.
Yo le recordé que este año, en la plaza de Zamora en la corrida de San Pedro, luciendo un traje del mismo color, el toro prendió a Sánchez Vara, lo volteó, le dio una paliza y le produjo una grave luxación de hombro. «Ese color me trae mala suerte»
También intervino en el agradable coloquio Jorge Castro Luguillano, al que el moderador le preguntó por la causa de su abandono de la actividad del toreo. «Lo vi muy difícil esto del toreo y por eso me fui, lo dejé, pero siempre con una sonrisa«. Trajeron a colación un festival con toda la saga Luguillano en Valladolid, el padre Clemente, su hermano Santiago y los hijos Juan Carlos; Jorge; y David, el último en donde Jorge actuó para el público. Dejé el toreo » y yo sonreí»- concluyó Jorge.
Al final, el público también pudo preguntar a los componentes de la mesa por dudas y opiniones de estos profesionales del negocio taurino.
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