
Y se acabó lo que se daba en la feria del Norte de Santander. Ha sido una intensa semana de espectáculo seguido por un público animoso, alegre, variado y deseoso de aplaudir y premiar a los toreros que se fajaron con los distintos encierros, de comportamiento y hechuras dispares tal y como el curioso puede recordar en las crónicas que sirve esta Federación taurina. Por haber ha habido de todo pues para gustos se hicieron los colores. Incluso en el día del cierre de la feria, a falta solo de un espectáculo ecuestre mañana, se ha llevado a cabo una iniciativa denominada «seis peñas, seis causas» con la recogida de alimentos no perecederos para la entrega a los comedores sociales de quienes necesitan tanto de la caridad de los señalados por la vida y afortunados, pero por supuesto solidarios con la campaña. Ya se sabe que los toros siempre han sido ejemplo solidario con las personas más necesitadas: Ya fuera un compañero maltratado por la vida o en este caso cubrir un objetivo para dar de comer al hambriento que lo necesita.
Y es que en la feria de Santander se han vivido muchos momentos emotivos, buenos, sencillos y participativos como el relatado o el de la corrida de beneficencia de ayer, parte de la recaudación se destina a paliar las necesidades sociales de tantos y tantos corneados por la vida y el destino.
Tampoco han faltado las clases de salón a los niños como protagonizó el diestro sevillano Manuel Jesús El Cid y su compañero de profesión Paco Ureña en la plaza porticada, a la augusta sombra de la estatua de Daoiz y Velarde en la que una inscripción está dedicada a los héroes de la guerra de la Independencia española. Héroes de alguna forma son también los toreros que van plaza a plaza, pueblo a pueblo y ciudad a ciudad, llevando su torería, exponiendo su vida ante las astas de un morlaco y creando arte y belleza vestidos de luces y seda de colores.



Pero a lo que vamos, que se nos va la pascua. La corrida de Victorino de cierre no ha defraudado al aficionado con tres toros bravos, encastados y realmente con raza y poder. Los lidiados en tercer y cuarto lugar con más dificultades de la cuenta, poniendo a sus lidiadores en un brete. Quien destacó de los tres el pequeño de estatura pero gran torero Fernando Robleño, el diestro que apodera Carlos Zúñiga, añadiéndose a esto la formidable estocada con la que despenó al que abrió plaza, tras una lidia por el pitón derecho, el mejor del ejemplar de Victorino. Una merecida oreja cortó al primero de su lote y recibió aplausos al acabar la lidia del cuarto.
Javier Castaño, con la cuadrilla del arte banderillero al completo al haberse incorporado ya David Adalid tras su percance, que fue aplaudido al parear con su compañero Fernando Sánchez, cimentó su faena con la mano derecha. Ante el segundo de su lote brindado a la cuadrilla, algo más deslucido, lo intentó pero sin lograr que agachara la cabeza el astado. Una serie con la izquierda muy buena lo mejor de la faena que terminó de pinchazo y estocada.
Luis Bolívar, el colombiano, fajado también con este encaste y tipo de toro denominado por algunos aficionados «duro» mostró su valentía, su arrojo y sus ganas por hacer las cosas bien, aunque el lote no le permitió demasiadas alharacas, mostrando no obstante su toreo pleno de voluntad y colocación.
En fin, el último toro del encierro «mitaya» marcado con el número 49 y nacido en febrero de 2009 de 558 kilos de peso cerró la feria de Santander hasta el año que viene.
Tanto el Consejo de Administración de la Plaza de Santander, que preside Constantino Álvarez al frente de un equipo humano y aficionado de primer orden, como el Ayuntamiento han puesto un año más una pica en Flandes al conseguir poner la Feria taurina de Santander en la cabeza de festejos de toros más importante de España, compitiendo con otras plazas de superior categoría. Los visitantes, unas veces hemos salido decepcionados de la corrida por el juego de los toros, otras veces contentos y satisfechos, dando por bien empleados los dineros gastados en acceder a ese templo de la Tauromaquia que es el bellísimo coso de Cuatro Caminos, cosa por otro lado normal pues ese es el juego del toro. Pero lo que nos queda en la retina es la esperanza y el orgullo porque hay unos aficionados en Santander que saben dar a la Fiesta de toros la proyección que necesita. Y eso no se paga nada más que con reconocimiento agradecido.
Deja una respuesta