Acostumbrados los taurinos a señalar con la mayor precisión los rasgos de un toro que si “axiblanco, careto, bragado, meano, lucero y astigordo” ha llegado la hora, sobre todo debido a la multitud, cantidad y calidad ingente de blogs y páginas que recogen las noticias y comentarios de la fiesta, de pedir cuentas, de mostrar miserias y lanzar a veces caramillos al viento que más daño hacen a los propios autores que a quienes se pretende denostar, vejar y maltratar, por aquello de que los líos, embustes, riñas y jaleos afectan a todos los interesados.
Por ejemplo, el parte médico a las cinco en punto de la tarde, y eso que eran las cinco de la tarde, presentado por un diestro para caerse del cartel, a causa de un cólico nefrítico milagrosamente curado unas horas después, de la goyesca del Real Puerto de Santa María, con un baile de toros en las corraletas y las tiritas y remiendos de otra ganadería, los gritos de algunos toreros que llaman y esperan a la puerta de las contrataciones, los últimos lamentos que llegan de Zaragoza, demuestran a todas las luces el poco aprecio que se tiene por la profesión que llaman de riesgo, de enfrentarse cada tarde con la muerte y todas esas zarandajas al uso.
El nulo interés en cumplir el compromiso contractual adquirido previamente justo cuando quedan pocas horas para el comienzo del festejo, sin importar un bledo si el aficionado, pagano de entrada en taquilla, tiene algo que decir, pone sobre la mesa las tiranteces, los egoísmos, los abusos inmisericordes que padece esta fiesta de los toros absolutamente en todos sus estamentos.
Estamos dolorosamente hartos de oír a unos de otros y a otros de unos los sinvergüenzas y golfos que andan en el mundo taurino, por cierto no menos que en el político, en el profesional o en el empresarial, poniéndose a caldo y desatando lenguas, plumas y micrófonos por la verdad templaria de Berganza cuando dice a Cipión que “el hacer y el decir mal lo heredamos de nuestros primeros padres y lo mamamos en la leche”. Y así “el niño apenas ha sacado el brazo de las fajas…la primera palabra articulada que habla es llamar puta a su ama o a su madre”. Y que luego en un momento dado se ayudan, sirven y protegen en los intereses comunes por aquello de la ambición generosa, dejando en extraña posición a quien habló o a quien dijo o desdijo.
Otro ejemplo evidente, duro y angustioso es la enemistad manifiesta por obras hechas y explicadas, puestas negro sobre blanco y diáfanas, dadas a conocer por periodistas frente a los abusos y acciones de empresarios taurinos, poniendo en la tesitura de ¿quién tiene la razón en el pleito? cuando al final, las murmuraciones, palabras, opiniones y hecho puntuales, han llegado a tal punto que si han sido los tribunales de justicia quienes han intervenido, tras la denuncia y querella de la parte ofendida, se ha cerrado el asunto sin aclarar al final nada más.
Generalizar en opiniones y remoquetes injustos es la salida más evidente que tenemos muchas personas cuando conocemos de casos y cosas que atañen a los demás. Difícilmente nos ponemos en el lugar de los interesados para, simplemente, comprobar cómo habríamos actuado nosotros mismos, de qué manera, viendo lo difícil que es pasar de un estado feliz y dichoso a otro desdichado y con complicaciones. En la prosperidad y ventura hay alegría pero cuando llega la desdicha, el dolor es riguroso y la vida un tormento.
No todos los empresarios taurinos ni el variopinto mundo de personajes, personas y pícaros que pululan alrededor del negocio taurino son golfos y sinvergüenzas como se les pinta en más de una ocasión, especialmente hiriente si quien lo hace fue vecino o el anterior amigo con quien compartió meriendas y francachelas cuando todo iba viento en popa.
Que este sistema empresarial y mercantil, tan condicionado por las exigencias y normativas impuestas, está abocado al final de sus días de seguir así pero que se mantiene en pie aun tambaleándose por aquello que lo viejo no muere y lo nuevo no acaba de nacer, es una conclusión a la que no pocos estamos llegando basada en la experiencia y en las vivencias de cada día. Verdad que nadie es perfecto, pero los murmuradores son legión, de tal forma que la murmuración es la primera acción que se precisaría desterrar de este mundillo.
En fin, y por acabar estas deshilachadas ideas. Los empresarios taurinos, los toreros y los ganaderos se enfrentan a un nuevo modelo social ante el que deben responder. Muchos ya están haciendo los deberes con pulcritud y esmero, pero hay otros que siguen en las malas formas, las injusticias, atropellos y deslealtades y quienes primero tienen que decirlo y airearlo son los periodistas que callan, que callamos, en la mayor parte de los casos, salvo honrosas y escasas excepciones. El público, los aficionados, ya están hablando cada tarde, feria a feria, ante una situación compleja y variada, no acudiendo a llenar los tendidos de las plazas de toros y responder económicamente en taquilla comprando su entrada. Ese es el síntoma más que evidente de la gravísima enfermedad que aqueja a la Fiesta.
De todos modos, habría que volver y recordar ahora el víctor visto pintado en pared cuando cerraba su feria Salamanca, con el dicho de aquella bellísima y acogedora y emocional ciudad: “Quod natura non dat…”
Esta universidad del mundo taurino no puede dar nada, por mucho que se esfuercen los alumnos de ella que somos y en la que estamos casi todos, ni inteligencia ni capacidad de aprendizaje si la naturaleza lo negó. Así que por mucha palabrería, mejor o peor hilada, si de natural capacidad no sale más que vacío y no propuestas y revisiones originales, todo será como un cascarón vano, sin sustancia ni provecho, por muy engreído, soberbio y vanidoso que sea quien lo dice.
Foto: José Fermín Rodríguez
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