Sentimiento, sencillez y emoción son tres de los aspectos registrados entre el numeroso público que llenó anoche el Salón vallisoletano de Caja España para tributar un homenaje rendido por la Federación taurina de Valladolid a la dinastía de los Luguillano, elenco familiar de toreros cuya cabeza ostenta Clemente Castro- «Luguillano el grande» como apareció en los carteles de las ferias taurinas- a quien en diversos momentos del acto embargó la emotividad, llegando al agradecimiento sincero en nombre de su familia.
En la Presidencia de la mesa, moderada por Manuel Illana, el Alcalde de Valladolid Javier León de la Riva, encargado de abrir las XIV Jornadas culturales y taurinas de la Federación y de glosar en cierta manera los méritos alcanzados en el mundo taurino por Clemente Castro Luguillano. No olvidó en su intervención el alcalde, reconocido aficionado a los toros, la petición para que prevalezca la cordura entre los diputados catalanes, al hilo de la situación planteada en las Cortes de Cataluña para discutir el ser o no ser de los toros en esa Región española.
(Fotografías de José Salvador)
Por su parte el Presidente de la Federación Justo Berrocal tras dar la bienvenida a esta semana cultural, reducida por la crisis que también ha llegado a las organizaciones, y explicar el contenido de la programación que se somete a la consideración de los asistentes, pidió una ovación, merecida, para los Luguillano, especialmente para Clemente, el torero de Mojados. Presentó además al ponente, en esta ocasión Mariano Aguirre, Presidente de la Real federación taurina de España, quien disertó acerca de las dinastías toreras significativas, dedicando una especial consideración a la vallisoletana de Los LUGUILLANO, muy documentada, expositivamente clara y diáfana. Acompañó con fotografías de ayer y de hoy el texto, tras cuya exposición fue ovacionado y felicitado.
Pero el sentimiento más importante para Clemente llegó cuando su hermano Santiago leyó, con las gafas de su hermano, una carta del 14 de marzo de 1962 que aquel remitió a éste en la cima de su carrera taurina y antes de intervenir en una corrida de toros, diciéndole que «no se apartara del toro como si fuera el camión del viejo» (un camión GMC de ocho ruedas que tenía el padre de los Luguillano para su trabajo). Santiago, un hombre bueno, al que la desgracia de una cogida en Madrid le apartó del triunfo, del éxito y de la riqueza del toreo, que llegó a salir siete veces por la puerta grande de las Ventas y en la actualidad profesor del la Escuela taurina de Rioseco, abrió el turno de la Dinastía, expresando con sinceridad ý orgullo lo hecho por su familia hacia el mundo de los toros.
Sus hijos Jorge y David también tuvieron palabras emocionadas hacia su padre. Especialmente el continuador actual de la dinastía David Castro quien recordó las risas y los llantos, triunfos y fracasos, que han pasado juntos ambos en sus periplos taurinos por esos pueblos de España y las enseñanzas tan atinadas que de él recibió para forjarse como torero.
Cuando Clemente tomó el micrófono para agradecer el homenaje que se le hacía, un nudo en la garganta producido por la emoción y la intensidad del acto por su sencillez y organización, no le impidió reconocer de verdad a todos su presencia. «He jugado a la lotería y no me ha tocado. Si me hubiera tocado, os daría el dinero a todos, pero como no ha sido así, os doy mi sincero reconocimiento, cariño y las gracias por todo esto. Y, ahora, vámonos para casa, que es donde mejor se está«.
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