La novillada de Dolores Aguirre que cerraba hoy el premio «Piñón de España» ante media plaza ha constituido un encierro variado de hechuras y comportamiento, encastado, con cuatro toros nobles lidiados en primer, tercer, cuarto y sexto lugar, uno duro y complicado corrido como quinto y otro difícil que hizo segundo. Todos los toros, absolutamente todos fueron aplaudidos en el arrastre con mayor o menor intensidad y tan solo el tercero recibió una vara. El resto del encierro recibió dos varas con ahínco y fuerza. Los novilleros que se enfrentaron a ellos, el cacereño Mario Palacios, aplausos y saludos desde el tercio tras aviso; Miguel Ángel León, silencio tras aviso y bronca tras dos avisos y el de la tierra Ricardo Maldonado, oreja y oreja.
Los atanasios de Dolores Aguirre hicieron honor a su nombre y en algunos momentos de la tarde sembraron de incertidumbre y agobio el ruedo de Pedrajas. Especialmente el burraco quinto con un pitón derecho que metía miedo al más pintado, sin que su lidiador hiciera nada por verlo. Tan solo le tocó las orejas y el animal se hizo dueño y señor de la lidia. Cómo estaría la cosa que hasta desde el callejón intentaron quitarle el medio estoque que llevaba clavado entre el abucheo lógico del público, porque el torero y su cuadrilla se veían impotentes ante la mole de toro que tenían que despachar y cuya lidia se fue complicando por momentos hasta el extremo.
Siempre decimos que los toros son la sal de la fiesta para muchos espectadores y los aficionados de Pedrajas saben valorar con criterio, aplausos y reconocimientos los méritos e intentos de todos cuantos se tienen que enfrentar a estos animales de lidia, en muchas ocasiones duros y difíciles y en más de una ocasión complicándolos mucho más ante la extensión y difusión del acongojo.
Creo que los atanasios de Dolores Aguirre hoy lidiados en Pedrajas, en general han sido aptos y muy aptos para la lidia, para que sus lidiadores demostraran el oficio que atesoran sus manos y sus cabezas. Y sin embargo la mediocridad ha sido una nota dominante en general, con buen resultado para el novillero de Valladolid, Ricardo Maldonado, que pudo abrir la puerta grande más por el cariño del público de Pedrajas que por los méritos contraídos ante sus enemigos.
Lo del novillero de Gerena Miguel Ángel León ha sido de auténtica falta de raza para dar cuenta y dominar a unas reses, complicadas sí, que le tocaron en suerte. Por eso recibió una bronca monumental tras los dos avisos de la Presidencia que a punto estuvieron de ser tres, si la benevolencia del palco, contagiado con la vara de la ecuanimidad, hubiera aplicado el minutero reglamentario. pero en fin, son novilleros que están en esta difícil profesión y bastante tienen ya con el disgusto que se pase con el dicho de «una mala tarde la tiene cualquiera». El primero de su lote lo brindó al diestro Joselillo presente en el callejón. La faena fue incierta, desconfiada en algunos momentos y además falló con los aceros y más cuando el trapío del toro encoge el corazón del torero.
Quien sí ha toreado con profundidad, temple, torería y poder ha sido el cacereño Mario Palacios al bravo, abrochadito de pitones, noble aunque escaso de fuerza, utrero de Dolores Aguirre corrido en cuarto lugar. Una pera de donguindo de animal, arrastrando el hocico, sin hacer ni un ademán de rehuir la pelea, siempre entregado y acudiendo pronto al cite, mientras sus fuerzas se lo permitieron. Pero con el estoque, ¡ay la espada!, un pinchauvas en toda regla al precisar media estocada y seis golpes de verduguillo para enviar al desolladero al ejemplar. Palacios ha tenido momentos de hondo toreo, con mando, temple y belleza y las dos orejas del toro hubieran caído sin duda en su esportón de no haber marrado con los aceros.
Y vamos con Ricardo Maldonado, el paisano, torero de Valladolid que a la postre salió a hombros del coso de Pedrajas, siendo el triunfador en trofeos de la tarde.
Tras su saludo capotero con remate de una media verónica airosa al primero de su lote, brindó al público su faena que cimentó en la mano derecha principalmente. Muy digno en su trasteo, aseado, donde sobresalió en un trincherazo gustoso. Tras una estocada trasera y caída, recibió el cariño del público en forma de oreja que paseó sonriente alrededor del albero. En el que cerraba plaza, Maldonado, en prevengan al principio del trasteo, intentó conseguir algunos pases con cierta hondura y gracia y cuando se dio cuenta que el novillo había quedado bien ahormado por el picador y que servía en sus embestidas para la faena de muleta, se llegó al final de la tarde. Media estocada a la que Venturita aprovechó para hacer el metisaca tapado con el capote al desclavarla del animal y una estocada entera esta vez de buena ejecución permitieron que la Presidencia otorgara a Maldonado la oreja de su enemigo, garantizándose la salida por la puerta grande y ser triunfador absoluto de la terna.
En resumidas cuentas. Trabajo tiene el jurado de este «Piñón de España» para declarar triunfador absoluto del mismo a uno de los seis toreros que han hecho el paseíllo en este San Agustín pedrajero lleno de vida, luz y color, afición y amor por la fiesta de toros.
FOTOS. José SALVADOR Alonso
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