Digan lo que digan es cierto que en el mundo taurino existe una pléyade de personas y personajes, oficios y empleos que para sí quisiera el Inem en los momentos duros laborales que atravesamos, a fin de contar con un número mayor de contratados en cualquier actividad laboral.
Ahora que los toros se encuentran, salvo honrosas y raras excepciones, al margen de los grandes medios de difusíón, sirviendo únicamente como escaparate social o utilizándolos cuando éstos conforman una noticia desgraciada de cualquier tipo, sin embargo tienen en sí mismos un abanico grande e importante de recursos económicos para muchas personas y eso no debe olvidarse nunca. Desde que el animal nace, es cuidado, alimentado, desparasitado, saneado, trasladado, lidiado en la plaza y consumido. Un conjunto muy importante y numeroso de personas interviene en el proceso y tiene faena en todo ese tiempo con contrataciones de mayor o menor duración.
Menos es nada diría cualquiera de cuantos se hayan de largo tocados por la miseria de haber perdido su trabajo y no encontrar de ninguna forma empleo. Y los toros acogen, recogen y dan sustento a muchas más personas que lo necesitan, pese a que otros seres inmisericordes se hayan empeñado en erradicar la fiesta de toros de España, eliminando además todos y cada uno de los múltiples puestos de trabajo que generan.
Aquí tenemos hoy un ejemplo. Es el servidor de banderillas. Durante los días de corrida un par de personajes, contratados al efecto, está encargado de facilitar los garapuyos a los subalternos y toreros que intervienen en la lidia. En más de una ocasión los hemos visto, corriendo con las banderillas en la mano, hacia el sitio en donde el torero las requería e instrumentar la suerte en la lidia del toro. Las dos personas que, con afición y destreza, se encargan de este cometido en las plazas, procurando no cortar a nadie con el arponcillo de la banderilla ni de ocasionar ningún disgusto, sino servir con prontitud los rehiletes envueltos en papeles de colores, son objeto hoy de este reconocimiento.
Un servidor de banderillas es una persona conocedora de la lidia, experta como aficionado, que sabe en todo momento en donde colocarse para servir mejor en su tarea, sin molestar en absoluto al espectador. Antes bien todo lo contrario, ocupando un sitio en el callejón, de forma discreta y segura. Luego, acabada la feria, terminado su cometido, la empresa premia o abona su esfuerzo con la cantidad establecida. Ahí están dos de los servidores de banderillas de la plaza de toros de Valladolid, con el enhiesto palitroque de colores, presenciando la suerte que realiza el torero, hasta que el golpe en la tabla y la mano tendida del subalterno les pida un nuevo par de avivadores para intentar clavárselo en todo lo alto al morlaco.
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