La noticia se ha extendido por las páginas de la web y a través de las redes sociales: Un muchacho de 29 años llamado Laureano deja la vida ante las astas de un toro en Valladolid, Yucatán, (México) cuando toreaba con el capote a un toro. Al parecer el pitón entró por el ojo derecho perforándole el cráneo y causándole una cornada mortal de necesidad. El torero fue trasladado aún con vida en un vehículo particular al Hospital Regional de la ciudad de Valladolid, pero murió a las puertas de la clínica, sin que la ciencia médica pudiera salvar su vida.
La cornada mortal ha sido similar a la recibida por Manuel Granero en la plaza de Madrid del toro «pocapena» , sin que los servicios sanitarios de aquella localidad mejicana pudieran hacer nada por el joven.
En el anonimato y desconocimiento de la trayectoria profesional de este muchacho, uno de tantos y tantos que tienen la raza y la valentía de enfrentarse a un toro bravo con un capote y su sangre honra a todos aquellos que murieron ante las astas de un toro queriendo hacer realidad su sueño.
Es evidente que cuando hay un toro en el ruedo, sea de la condición que sea, la guadaña de la muerte lleva impresa en sus astas el destino de cada uno. Por eso, ser torero es tan difícil, tan serio, tan profundo y tan meritorio. Honra pues, respeto y recuerdo a un muchacho en la flor de la vida que ha muerto en la plaza queriendo ser torero. ¡DEP Laureano de Jesús Méndez!.
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