Siguen los toreros preparándose en su actividad para echar a andar la temporada que ya va siendo hora de, al menos, integrarla en la vida de los aficionados. La verdad es que sin público y con todas las garantías sanitarias en un campo hermoseado por la primavera, donde los toros pacen a sus anchas y reburdean alegres señalando embestidas.
Volver al campo es un privilegio y más a una plaza aunque sea de tientas para practicar el toreo, esa histórica, hermosa y anhelada profesión por tantos hombres como dedican su vida a trastear con capote y muleta por esas plazas de Dios.
Ayer fue la plaza de Málaga en donde la lidia de una novillada para alumnos de la Escuela taurina supone la clase práctica necesaria e imprescindible en esta labor. En bastantes ganaderías y en sus plazas de tientas los toreros y novilleros se ejercitan. Este es el caso de Diego García, un prometedor novillero con caballos que está en sazón y en el momento dulce de una carrera en la que mostrar al público la calidad que atesora en su concepto del arte de torear.
Diego García que estuvo auxiliado por su hermano Álvaro García toreó y convenció con su estilo inconfundible y profundidad a un par de utreros de Gómez de Morales de Terradillos, bravos y encastados. La izquierda de Diego, la posición, la colocación y las ganas de romper en el abanico de toreros es digna de mención.
Con la imposibilidad de disponer de una buena máquina de retratar, aquí algunos momentos de la espectacular lidia de este joven torero madrileño.
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