Hay justo al lado de la Plaza de toros de «La Candelaria» en Valdemorillo una noria que da chispazos brillantes mientras la gente joven sube y baja en un brazo mecánico, adornado de luces de colores, a prueba de equilibrios y estómagos llenos. Algo así le pasó a la tarde de toros en el pueblo de las tres chimeneas donde se lidiaron seis toros de la Dehesilla y José Luis Pereda, flojos, descastados y sin fuelle, salvo el corrido en segundo lugar de nombre «ratita» el menos malo y noble del encierro onubense de Rosal de la Frontera. Solo hubo detalles, chispazos de luz y color en la corrida de esta tarde, en la que tres de ellos fueron pitados en el arrastre. Acabaron lidiados respectivamente por Curro Díaz, silencio y aplausos; Eduardo Gallo, vuelta al ruedo, tras petición y silencio y Arturo Saldívar, aplausos y silencio.
Y mira que habíamos hecho casi todos los espectadores que acudimos a la plaza cubierta, al abrigo de fríos y viento, para llenarla en casi tres partes de entrada con la televisión de Canal plus en directo, un propósito de serenidad, alegría y esperanza porque todo resultara con bien, los toros embistieran y los toreros triunfaran merecidamente. Las mimbres para el cesto estaban cortadas y preparadas, pero al final el resultado salió picudo por culpa del ganado. Eso sí con pinceladas, apuntes, esmeros, cuidados, lidia y escasa rotundidad en la faena de los diestros, salvo Eduardo Gallo que, a la postre, hizo lo mejor de la tarde con el que comenzó su actuación y cuya lidia y muerte brindó al reportero de la televisión de pago, David Casas. Muy valiente en su trasteo el salmantino con un inicio a pies quietos meritorio por demás. Tras un pase en redondo, toreó con la mano izquierda una serie aceptable y tras el arrimón final en la misma cara del toro, logró una estocada algo traserilla, dando lugar a que aparecieron los pañuelos en el tendido pidiendo la oreja que no le fue concedida por el usía, debido a la escasez de demandadores del galardón. Dio la vuelta al ruedo.
En el quinto, el más cuajado del encierro al menos en apariencia y trapío, de nombre «charco» y con 540 kilos de romana, castigado en varas por Tito Sandoval con cierto empuje y coraje, lo brindó al público aunque su trasteo no pasó de intento toda vez que el animal, soso y rajado, no embistió ni con genio, ni con sometimiento, ni con ganas, ni con bravura, ni con nada. Tras colocarle una entera hábil, las mulillas lo llevaron al desolladero entre la pitada de los espectadores.
Abrió plaza el maestro Curro Díaz quien no tuvo suerte con el lote que le correspondió en el sorteo. Vestido de verde esperanza y oro era el arranque de un torero en plenitud, de gusto y cadencia, que sin embargo y para desgracia de los espectadores no dio la medida esta tarde en una faena completa. Solo pinceladas de arte, dos verónicas en el saludo con gracia al recibir al «dormilón» que casi anunció su nombre el estado por el que transcurriría la tarde. A los sonidos del pasodoble «España cañí» interpretados por la banda municipal de música toreó con la mano izquierda con desparpajo en un par de series reconocidas por el respetable. Luego con la tizona pinchó en hueso y a la segunda logró una estocada entera, desprendida y tendida, que echó por tierra al animal y las ganas del buen diestro jiennense. Ante el segundo de su lote que se dio un volteretón al comienzo de la faena de muleta, quebrándose el animal y unido a lo insulso y descastado de su genotipo, lo trasteó y despachó con una buena estocada.
El tercero en discordia era el mexicano Arturo Saldívar, pinturero con el «paleto» de 460 kilos, primero de su lote, y cuya faena brindó al público, tras un picotazo del varilarguero. Cimentó su faena sobre la mano derecha con cierto aplomo y ganas, especialmente en el final con los pases de frente por detrás muy aplaudidos. Consiguió una estocada entera, contraria y recibió aplausos de la concurrencia. En el que cerraba plaza, un anovillado torete, soso y malo de solemnidad, masacrado en el caballo, donde despertó en el primer intento rompiéndose y empujando con genio a la cabalgadura, cuyo jinete le dio cuatro en uno en lugar de tres en uno como dicen los chuscos. Porque incluso, ordenado el cambio de tercio, siguieron dándole vara al «encendedor» que apagó la corrida de Valdemorillo.
Final silencioso, pero salida de la terna entre la ovación cariñosa del público.
Viaje plácido y agradable con mis compañeros a Valdemorillo, reponiendo fuerzas y ganas en el emporio gastronómico del restaurante «La Torre» junto a la iglesia de San Blas donde Justo nos atendió estupendamente, como siempre aunque nos veamos de año y vez. No quiero dejar pasar la enhorabuena a Marco Antonio Hierro, el experto conductor del portal CULTORO y periodista taurino que ha llenado su vida de orgullo y esperanza tras el nacimiento y bautismo de su hija Enma. ¡Enhorabuena y muchas felicidades!. Porque de todo esto, también merece la pena se enteren los lectores.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez.
Deja una respuesta