Pero luego ¿dónde se vende el producto?. Esa es la pregunta a la que muchos medios de comunicación, tanto de los denominados profesionales y de papel como los digitales y de blogs aficionados y páginas taurinas que se asoman todos los días a la fiesta de toros nos hacemos. Cierto es, y eso lo hemos dicho en más de una ocasión que es impagable la labor del fotógrafo que recoge en su cámara el instante, la precisión, capta el momento del llanto o del triunfo, la tragedia o el galardón. Tampoco lo es menos el redactor que bolígrafo y agenda en mano, telefonillo o tablet trata de acercar cuanto antes a su molino el agua de la información inmediata, de una corrida de toros, de un festejo o de cualquier actividad que se ponga a tiro, en un ejercicio de inmediatez, pero de poca meditación y análisis.
Si analizamos el número de blogs taurinos que existen en el aire cibernético es apabullante el mismo. Los hay de todos los tipos, de todos los pelajes y expresión del sentimiento torero, de la labor ganadera, de la crítica catedrática llena de ínfulas de grandeza y escasa de humanidad y también la pequeña, la que casi no cuenta, la que tiene una estadística de visitas pobre, escasa y sin mayor importancia, y, por supuesto, las pagadas por los propios protagonistas que han accedido a este mundo de la comunicación, como si ellos tuvieran en la mano el diseño, la apreciación, el gusto y la bondad relativa hacia cuanto hacen.
Cientos de estos blogs taurinos reproducen, cortan y pegan noticias, cogidas de otros más destacados y de credibilidad contrastada. Una sola persona es muy poco material humano para llegar y llevar tanta información como se produce en el mundo taurino. Sin embargo, las aplicaciones de ordenador, tanto de texto como de gráficos, son tan extensas que con una buena máquina, un programa de edición adecuado y un alojamiento profesional se consiguen avances sustanciales en este mundo del toro donde es preciso dejar la impronta y el comentario para mejorarlo, para aplaudirlo, promocionarlo y honrarlo como se merece.
Incluso hay empresas taurinas especializadas en este menester de alojar en su mismo servidor comentarios, fotos y crónicas a las que el usuario puede acceder e incluir aspectos de su propia creación. Tal es el caso agradable de «chopera toros«, recientemente aparecida, por no citar las que hemos conocido desde que esta moda dio comienzo que son «mundotoro» y «burladero» a los que se añadiría después «opinión y toros» y otros muchos más. Por supuesto que las de impresión en papel también se han apuntado a la imagen cibernética y mantienen sus páginas: Claro ejemplo son «aplausos» o «6 toros 6», por citar algunos.
Hoy día casi todo el mundo es periodista en potencia y en acción, ya sea gráfico, redactor, cámara o locutor. Y así lo manifiesta con entrega y pasión al principio, y luego un poco más moderado y atemperado cuando el tiempo y la escasez económica van dando como martillo pilón en los bolsillos de particulares o de entidades y sociedades más o menos integradas en una labor informativa propia. Además como la nube puede acoger cientos y cientos de imágenes, miles y miles de palabras, millones y millones de bits y de alojar cuantos contenidos se la ofrezcan, pues el dicho popular adquiere cada vez mejor dimensión. Y para constancia se lo repito: «Hacer relojes de madera y que éstos además anden».
Dicen que la publicidad es casi todo para sustentar la información. Es la savia de la que se nutre el gran árbol de las noticias, en el caso analizado las taurinas. Y el dinero contante y sonante que ayude al mantenimiento de las páginas en cuestión y de las bobinas de papel para aquellos medios tradicionales que precisan celulosa, no entra en todos los sitios con la abundancia con que lo hizo en otro tiempo. Por eso los «clic», «clic» en los toros podrán seguir escuchándose mientras las empresas adjudicatarias de los mismos encuentren y aporten el acomodo a cuantos se dedican a informar, a escribir, a fotografiar, a divulgar y a contar a los demás en un periódico sea del calibre que sea, un festejo taurino. Ellas son quienes tienen la llave de la entrada y de la permanencia.
La comunicación taurina, tal y como la conocemos, es parecida y va en consonancia aneja y pareja al mundo que describe y al medio en el que se desarrolla: Cada uno tiene su compartimento estanco, individualista, en el que puede expresar su vivencia. Todos o casi todos se conocen, pero no hay trabajo coordinado, ni tan siquiera para recabar los recursos económicos que son a la postre quienes mantendrán en el aire o en el tiempo cualquier proyecto informativo. Luego está el trabajo personal, a veces desconocido, ingrato pero animoso y poco valorado. Pero eso ya es harina de otro costal.
Va a empezar a sonar el «clic», «clic» de una nueva temporada. Ojalá sea para bien de la Fiesta de toros y no para su ruina.
Foto: Fermín Rodríguez.
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