Hubo que esperar al último de la tarde para ver una faena que la media plaza de espectadores vallisoletanos se merecía, tras la flojedad y nobleza del resto del encierro de los Hermanos García Jiménez lidiado esta tarde en la segunda de feria. Un toro de nombre «decorador» fue visto por el diestro Alejandro Talavante en los primeros compases de la lidia como la res con la que debía sacarse la espina de su mala actuación ante el tercero del festejo. Y así, aunque el toro apuró a Trujillo con los dos pares de banderillas que le colocó y se dolió en ellas, Talavante brindó al público la faena que empezó con unas bellas trincherillas sacándolo hacia afuera. Tras embarcar al burel con poderío, quietud y temple, se arrancó una voz desde el tendido para cantarle un fandanguillo: «Hemos venido a Valladolid a ver toreros de arte y por eso estamos aquí«, desatando la ovación entre el público y arrancándose el pasodoble a cargo de la banda de música iscariense.
Talavante metió al burel en el canasto y remató una serie mirando al tendido. Luego la estocada efectiva, entera, propinada a cámara lenta, con despaciosidad y clavando en el hoyo de las agujas entrando el acero como si fuera en un tocinillo de cielo, desató la euforia entre los espectadores que pidieron al Presidente de la corrida Manuel Cabello las dos orejas que le abrieron la puerta grande del coso vallisoletano.
Y así se cerró la segunda corrida de la feria de Nuestra Señora de San Lorenzo.
De lo demás poco que decir. Los toros de los Hermanos García Jiménez, nobles, de buen juego, pero con poca fuerza, terciados en presentación no dieron demasiada emoción al encuentro con dos pedazos de toreros como son Castella y Perera que lo intentaron, incluso el de Puebla del Prior se llevó una oreja del quinto de la tarde un «catavino» que iba tras la muleta sin hacer ni un extraño al torero, únicamente embistiendo a la pañosa. La faena de Perera concluyó con el arrimón y una estocada baja efectiva y se pidió la oreja, concedida con benevolencia por el palco, a juzgar de toda la actuación del torero pacense.
Castella en su línea, en ambos toros, recibiendo a pies quietos al burel y encauzando una embestida noble, citando de largo al ejemplar y gustándose el francés. Aunque tuvo un par de desarmes a consecuencia del cabezazo del toro desairando bastante a Sebastián. Luego dos pinchazos y una estocada trasera le obligaron a saludar desde el tercio por los aplausos cariñosos del respetable. Ante el cuarto, que dejó crudo en varas, fue corrido a una mano por José Chacón con torería y brindó al público. Luego se arrancó la banda con el pasodoble «Morante» como si fuera una premonición del compañero a quien sustituía. Mal con la espada pinchó varias veces y recibió dos avisos de la Presidencia.
Miguel Ángel Perera, muy desafortunado con los aceros, acabó con su segundo de una chalequera que hizo guardia y dejó un ojal en el «terremoto» de García Jiménez, terciado que se dejó hacer pues repetía la embestida el animal. Luego, como he dicho arriba, cortó una generosa oreja ante el quinto tras una faena demasiado larga.
En fin. La corrida de hoy en Valladolid, transmitida por el canal toros de movistar televisión, no ha sido un dechado de grandeza sino más bien con emoción escasa. Y ya se sabe que en esta Fiesta cuando hay toros, no hay toreros y viceversa. Siempre la eterna paradoja que tantas veces se repite. Y mañana, el día de la Patrona de Valladolid, la corrida más redonda y rematada de la Feria. ¡Que Dios reparta suerte!.

Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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