Y eso que el calor y la hora del comienzo del festejo se retrasó unos minutos porque por los vomitorios de acceso a los tendidos seguían accediendo espectadores cuando las manecillas del reloj dieron las seis en punto de la tarde y el pañuelo blanco del Presidente anunció el comienzo del espectáculo. Casi lleno en la plaza a falta de unas gradas y andanadas de la solanera para completar la totalidad del aforo en la corrida de más tirón de la feria de Valladolid. Se han lidiado seis toros de Zalduendo, nobles, con escasa fuerza y raza, anovillados tres de ellos y otros tres algo mejor presentados. tres aplaudidos en el arrastre, los corridos en segundo, tercer y cuarto lugar y los otros pitados cuando el tiro de mulillas los llevaba al desolladero.
José Antonio Morante de la Puebla, el torero sevillano heredero del viejo Paquiro del que los anales dicen que manejaba el capote con soltura, gracia, duende y sentimiento recibió palmas, oreja y oreja en su lote; en tanto José María Manzanares, piropeado desde el tendido con insistencia, consiguió oreja, dos orejas y aplausos en el suyo. Sobresalieron entre las cuadrillas Joselito Rus por un par de banderillas, hasta ahora el de la feria, al sexto de la tarde, asomándose al balcón, prácticamente en el tercio junto a tablas, llegando, cuadrando y saliendo de la cara del «sordo» toro de Borja Domecq, con galanura, soltura y oficio. También estuvo bien Curro Javier en un par al cuarto de la tarde y Luis Blázquez al segundo de nombre «bala«. Entre los picadores, sobresalió Pedro Iturralde en el tercero de la tarde.

Y vamos a ello porque estos triunfos tan sonados, siempre son a todos gustosos y ojalá sirvan de acicate para que vaya más gente a los toros.
Morante de la Puebla se ha esmerado hoy especialmente ante el quinto de la tarde, un ejemplar de nombre «virtuoso» con su saludo capotero tan característico en él, ganándole terreno y sacándolo afuera para instrumentar su juego de brazos con un capote entre las manos. Sin embargo ante el que abrió plaza un «jarabe» más de palo que de otra cosa, flojo y sin fuerza que hizo un ris ras al capote de Carretero, más parecía el Morante vulgar y ausente que el especial torero tocado con esa gracia que él mismo sabe atesora y cultiva. Muchos zapatazos que se oían en el albero para incitar al toro a acometer, mandar callar la música cuando se arrancó la banda con el pasodoble, y una estocada tendida pintaron la desilusión entre sus seguidores.
Sería frente al tercero cuando apareció la media verónica de Morante para rematar su saludo al «padrino» que ese era el nombre de pila de la res y al que con la muleta Morante le dio unas tandas muy aplaudidas y jaleadas, bien es verdad que algo deslavazadas, sin continuidad, más intermitente que constante, pero todo haciéndolo con gusto sereno. Lo mejor de toda esta lidia el volapié bien ejecutado logrando una estocada entera, recibiendo del usía la oreja que pidió el tendido.
Ante el quinto estuvo el de la Puebla doblando el cuerpo y acompañando la embestida con esa forma tan genuina de hacer el toreo. El público le aplaudió en muchas ocasiones hasta por la intención. Logró una estocada entera efectiva y los tendidos exigieron la oreja que le permitía salir por la puerta grande.
Y llegó Manzanares que toreó a un bravo y noble «bala«, a un encastado ejemplar, de Zalduendo de nombre «olímpico» y al de menos raza del encierro cacereño con el que se cerró la corrida.

Manzanares en el toro de su triunfo inapelable bajó la mano, templó, sometió y mandó al animal que seguía la tela humillando por ambos pitones. Hay un momento en que le instrumenta un redondo con cambio de mano muy ovacionado por el público. Manzanares ha toreado hoy en Valladolid por activa, por pasiva y por perifrástica; es decir, de frente, por la izquierda, por la derecha y matando además de estocadas enteras. Manzanares ha marcado la pausa, los tiempos, la tranquilidad en el toreo dibujado hoy en Valladolid entre el regusto de los espectadores que ovacionaron generosos al alicantino.
A su primero lo mató recibiendo y de dos descabellos, con un aviso; al cuarto al volapié y al sexto, tras pinchar dos veces, se perfiló de largo y logró una estocada hasta la gamuza. De manera que Manzanares poco pudo hacer con el que cerraba plaza, pitado en el arrastre.







En fin, la corrida de la feria de este año sobre el papel ha estado excepcional para mucha gente, sobre todo aquella que ha elegido este cartel para acceder al coso del Paseo de Zorrilla. La verdad habría que decir que menos da una piedra. Pero lo cierto es que esta corrida y su desarrollo triunfal hacen que las personas hablen de toros, de la estupenda tarde pasada en Valladolid y de la armonía plástica que ejercen dos toreros que hoy han interpretado el mano a mano de antes con auténtica emulación para lograr el éxito, saliendo merecidamente en volandas por la puerta grande. Y cuando ya la noche echaba el manto sobre la plaza de Zorrilla y una multitud de todas las edades esperaba la salida en hombros de los diestros, Morante y Manzanares para aplaudir y aclamar a los toreros, nos dimos cuenta que eso también crea afición y sirve y muy bien como escaparate impagable a la propaganda y acción de la Fiesta de toros.
REPORTAJE GRÁFICO: José SALVADOR
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