Que se desconoce la fuerza y la agresividad de un toro de lidia por quienes creen que son mascotillas de primavera, perrillos falderos a los que acariciar, llevar y traer por donde quieren sus dueños, es algo que se da más a menudo de lo que parece, aunque todavía, dicho sea de paso, no he podido ver en mis muchos años ya de contemplación taurina, a un espontáneo tirarse cuando sale un pedazo toro por la puerta de toriles, entero, con absoluta pujanza y lleno de fuerza para… acariciarle el lomo y pararle como si se tratara del lobo de Gubbia, el terrible lobo rabioso, transformándole amable en humilde y sosegado, con la dulce palabra del santo de Asís o el tente necio de San Juan de Sahagún.

El Toro de Lidia es un animal bellísimo pero con un instinto preparado para la agresión y la acometividad, listo para destruir a cualquiera que interfiera en su querencia y obstaculice su camino. Y eso ni lo saben ni se lo han enseñado a estos individuos que adoptan el carisma de exhibir su bondad ante los animales pero siempre que les vean los humanos. No así cuando están solos con su humanizada mascota, a la que capan si es deseo del dueño, obligan a mantener su vida en un recinto pequeño y acotado, cierran puerta y libertad al animal para encarcelarles en una falsa independencia concedida por un hombre o una mujer a perro, gato, canario, serpiente , cerdo, ratón o conejo, ilustres y acogidos vecinos de su propia vida y existencia.
Por eso la absurda y suicida actuación de una activista en el toro de fuego de Medinaceli, librada de la cornada, del golpe y de la herida y donde un aficionado como cualquiera de los muchos aficionados, volvieron a salvar a esta persona, integrante de ese grupo de gente ignorante, activista de la nueva ola, camelados por ofrendas generosas, teniendo que exponer su propia vida para librársela a ella. Esa palabra que define su actuación valiente y generosa se llama solidaridad humana.
Las agrupaciones políticas de cuyas opiniones convenientemente manipuladas se hacen eco los medios informativos amantes de adoctrinar en la ignorancia al personal destinatario de sus «comentarios y noticias» tienen una gran responsabilidad en esta locura desatada desde hace unos años.
El Toro bravo como los leones, los tigres, los perros peligrosos, por muy amaestrados que se les consiga, siempre guardan para los ilusos, como esta activista de Medinaceli, el regalo de una cornada, de una mordedura fatal, de un disgusto o incluso de su propia lesión y muerte.
Lo que nunca esperaba esta idealista y quimérica exhibicionista de bondad es que fuera salvada en el último instante por un torero de fortuna, un taurino, un «asesino» de toros como ella misma gritó entre la barahúnda de sus congéneres manifestantes unos minutos antes.
PEPE LUIS dice
Yo no lo sé, pero seguro que hay quien lo sepa: ¿Quién paga los gastos de desplazamiento, manutención, etc, etc. de estos activistas antitaurinos?. Sería bueno siempre que hubiera que decir algo de éllos que se les denominara «los asalariados o mantenidos de……..» porque todavía hay quien se piensa que esto lo hacen de sus bolsillos.
ADOLFO CUESTA dice
Muy de acuerdo con esta entrada. Por si le resulta de interés, le paso el enlace la mía en mi blog. mil gracias.
http://blogelapartado.blogspot.com.es/2016/11/medinaceli-resiste.html