Las agresivas y agresoras campañas contra los toros vienen salpicando ferias y lugares, bien es verdad que con menor seguimiento que lo que sus convencidos predican, alientan y creen. Ahí está la última de Sevilla donde un puñado de amargados contra la Tauromaquia, su simbología, carácter y significado han protagonizado junto al puente de Triana en una marcha verde escasa, plena de bondad aparente, minoritaria, demagógica, vocinglera causal y pedigüeña de subvención y apoyo institucional como ningún otro colectivo ha tenido siempre, cuando por aquello de manifestarse contra los toros es tenido como asunto de expresión de libertad.
La Fundación del Toro de Lidia ha divulgado un estudio matemático, con números de realidad, acerca de la convocatoria contra la Feria de Abril de Sevilla taurina y torera. Aquí está el enlace de los participantes en uno y en otro sentido. Y aunque creo que falta lo más importante como es la proyección económica de la Feria taurina sevillana en arcas municipales, comunitarias, estatales y mercantiles particulares -léase bares, hostelería, restauración, alojamientos, compras, viajes- su análisis basta para caer del burro a quienes viven holgadamente de la protesta, la inquina y la rabia en contra de la fiesta de los toros. https://fundaciontorodelidia.org/wp-content/uploads/2017/04/Sevilla.-El-fracaso-de-la-manifestacio%CC%81n-animalista-en-datos.pdf
Todos los taurinos, bien es verdad que unos con más ganas que otros, están viendo cómo las cercanías de las plazas de toros en donde se celebran corridas y festejos taurinos, suelen instalarse un puñado de individuos, a veces hasta disfrazados, que en vociferante actitud claman contra los toros con las palabras más repetidas por ellos, «tortura» y «cultura», siempre protegidos por un amplio despliegue de fuerza pública que impide que nadie extraño a la algarabía se les arrime ni un tanto así y mucho menos les toque un pelo de su humanitaria absurdidez. Tal vez por aquello de la vieja conseja que no hay mayor desprecio que el de no hacer aprecio, se oyen pero no se escuchan las voces destempladas en días de corrida.
Los taurinos siempre han tenido la fiesta de toros como algo suyo, único, sagrado e intocable en el que tan solo ellos y sus gentes podían acceder al sacrosanto misterio de su esencia y significado. Y ahora, con sorpresa y silencio están contemplando en todos y cada uno de los escaparates de las plazas cómo su diversión, su afición y su entretenimiento es sojuzgado, vilipendiado en sí mismo y rechazadas sus actitudes y costumbres por un grupo que se creen los benefactores, exhibicionistas bondadosos, de la humanidad y animalidad protectora y doliente.
Y los taurinos siempre arrojados, solidarios, señoriales, y echando «la pata alante» ante las dificultades, aquí se encogen y refugian en su concha como los caracoles cuando les tocan los cuernecillos de sus sensitivas antenas. Por tanto, y en conclusión, es hora ya de decir que no deben tener miedo, pero eso sí, hay que despertar. Sobre todo tras el campanilleo y timbrazo de despertador que ha supuesto la Fundación del Toro de Lidia para defender esta causa. Personalmente, hoy mismo les he entregado mi apoyo.
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