Este toro de la ganadería de Guadalmena ha sido el triunfador de la pasada feria de Valdemorillo en el apartado de «mejor toro», por su calidad y bravura, premio que dan en la localidad madrileña una vez terminadas las fiestas patronales en honor a San Blas.
El toro, marcado con el número 34 fue lidiado por Miguel de Pablo en la segunda de las corridas programadas. Resultó acometedor y bravo, con nobleza y estupendo tranco, pero además exigiendo a su lidiador una compenetración total y una disposición completa, sin permitir ni un solo error. Aplaudido en el arrastre no mereció a juicio del palco el pañuelo azul, distinción más que merecida por el juego del ejemplar.
Muy contento recibió el premio el ganadero criador de este animal de la sangre de Núñez del Cuvillo.
Lo que me extraña sobremanera es la conformación córnea del ejemplar de acuerdo a las fotografías vistas y analizadas en una y otra fotografía, una en la plaza y la otra en el campo. Gracias a la sagacidad del fotógrafo podemos torcer el gesto al ver a simple vista que las defensas naturales del animal no están intactas, especialmente el pitón izquierdo, posiblemente por derrotes en las tablas o en chiqueros. Dejémoslo ahí, como efecto óptico, por no seguir ahondando en el aspecto.
Todos, toreros, ganaderos y aficionados, tienen que exigir que los toros se lidien tal y como han sido criados, sin mayores «atenciones», pues de esta forma el espectáculo cobra la naturalidad que exige no ya la reglamentación, sino la buena orden y cuidado del toro bravo que merece absoluta dedicación, protección y esfuerzo sin asomo o duda de fraude alguno.
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