Cuando se impone la triste realidad de la vida en la que casi todas las personas ponemos nuestra esperanza, la amargura y el desconsuelo hacen mella en aquellos que creyeron poder llegar al final de una profesión vocacional llena de cortapisas, dificultades, desengaños y sobresaltos. Tal ha sido la noticia de hoy mismo con el abandono de la profesión de un buen novillero salmantino, de un admirado torero, ya bregado en el escalafón pero sin reto alguno con que enfrentarse al silencio, al ostracismo, a la nada en este abrupto mundo del toro.
Alberto Escudero a quien hemos visto empezar y seguir primero sin caballos y luego con los del castoreño, lidiando con valor y entrega, tejiendo en su madeja de arte valeroso y torería, deja la profesión. Se corta la coleta en un día de tristeza y decepción. La Escuela taurina de Salamanca, un vivero de personalidades y chicos que entran y quieren formar parte en el aprendizaje de la profesión de matador de toros con todo lo que ello conlleva, fue el lugar en donde se formó Alberto. Por tanto, un sitio adecuado, lleno de vitalidad y buen hacer en las manos dirigentes primero de Juan José y en la actualidad de José Ignacio Sánchez y Javier Olmedo. De ese recinto salió Alberto Escudero y con él Alejandro Marcos con el que debutó con caballos en un mano a mano inolvidable en Ledesma del que todavía guardo el recuerdo, grato y amable recuerdo de aquella estupenda tarde de toros.
Hoy Alberto, el vecino de San Muñoz, allí donde pacen y se crían las reses de sangre Villagodio de «Agustínez» de Ricardo Sánchez ha declarado que se va porque «la vida son etapas, acaba una y empieza otra, esto es así y guardo muchísimas tardes de recuerdo y vivencias personales que se quedan para mí. Ahora toca mirar hacia adelante».
Poca edad y tal vez adoptando una decisión más por decepción que meditada pues no hay más que fijarse en la sutileza del escalafón de novilleros y de toreros para comprender exactamente que en esta profesión siempre se cumple que «muchos son los llamados y pocos los escogidos». Y para ello no hay más que mirar el esfuerzo, la constancia y la decisión por creer en esa ocasión que aunque la pinten calva en la existencia de cada uno, siempre podrá torcer una vida o enderezarla en lo que uno elige para llegar, como decía Alfonso el sabio, «al acabamiento de ser hombre«.
Gracias Alberto Escudero por los ratos buenos que nos hiciste pasar a cuantos te conocimos en este mundo traidor donde casi nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.
¡Suerte en tu vida, torero!.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
María dice
Una pena que estos chavales tiren la toalla tan desilusionados