¡Qué público más excepcional, aficionado y conforme tiene la localidad abulense de Arévalo!. La corrida de esta tarde con motivo de las fiestas patronales en honor de San Victorino traía un cartel de campanillas. Nada menos que MORANTE; CAYETANO y EL FANDI era la terna contratada por el Ayuntamiento y el empresario Martín Perrino, un hombre de la tierra que sabe lo que quiere y le gusta a su pueblo en fiestas, para enfrentarse a seis astados de Carmen Segovia que saltaron al ruedo con la divisa moña de la ganadería.
Terciaditos, cómodos, pastueños, nobles, con poca fuerza, pero que se dejaron hacer todas y más alharacas toreras a cargo de sus lidiadores. Más les parecía a los matadores estar en un cómodo tentadero, donde además el público se arrancaba con los olés y las palmas a veces hasta por la intención de los toreros y premiaba generosamente gracias a una presidencia amabilísima a la que asesoraba un buen amigo, aficionado de Medina del Campo, Domingo Nieto.
Al personal le tocó pechar con el fútbol de la selección pues en el ecuador mismo de la corrida, el reloj marcaba las ocho y media en punto y el árbitro pitaba el inicio del partido, era justo cuando Cayetano intentaba descabellar a “Caribeño”, tercero de la tarde, el torete primero de su lote que empujó con cierta clase en el caballo, tras propinarle una faena que vino a menos por la falta de fuelle del animal, amagando en algunos momentos con rajarse de su lidiador.
Sin embargo, la gente que llenó la coqueta y preciosa plaza de Arévalo estuvo a los toros que era a lo que había venido, gustando a su sabor de las faenas de los diestros. Sin ninguna duda David Fandila EL FANDI que hizo el alarde físico de piernas a que nos tiene acostumbrado y colocó banderillas a “chanito”, el primero de su lote, poniendo la plaza en pie, tras el parón al que sometió en la carrera al toro, colocándole la mano en la testuz y haciendo que el animal detuviera su empuje. Fandi logró la primera oreja de este toro al que había saludado lucidamente, llevándole al caballo con chicuelinas al paso y tras un quite por delantales, banderilleó con la espectacularidad que le caracteriza. Con la derecha el toro tenía mejor condición hasta que dejó de entrar y defenderse. En el quinto practicó un quite por tafalleras, y de nuevo tres pares ganando la cara al animal, especialmente el puesto al violín. Con la muleta asentó su faena con la mano derecha e instrumentó series de calidad al toro que mejor se dejó.
Tras un final en redondo y una estocada tendida pero efectiva paseó las dos orejas de su enemigo.
Morante cortó la oreja, agradecida, del cuarto, al que tan solo marcó en un par de derechazos de cartel y lujo. Sin embargo en su primero, tras dar una voltereta el toro, después del fuerte puyazo, se dio el animal tal golpetazo contra el suelo que acabaron prácticamente sus fuerzas y sus embestidas, sin poder hacer faena, pese a la entrega de la gente hacia el sevillano. Tras tres pinchazos y una media, dobló el toro. A Morante lo vimos con ganas, puesto y sentido en algunos momentos, pero, ¡ay!, se le diluyeron demasiado pronto a lo largo de la lidia.
Completaba el cartel Cayetano que lidió primero con “Caribeño” un toro que vino a menos y que además hubo de descabellar pues la estocada no estuvo en su sitio. Tan sólo cosechó unos aplausos en una serie por la derecha. Al sexto, muy distraído de salida y con escasísimas fuerzas después, le costaba repetir las embestidas y la faena de Rivera Ordóñez no alcanzó interés ni proyección en el tendido.
En resumen, la tarde fue una más, llevada como mejor se pudo, en el soleado graderío de Arévalo en donde me colocó la empresa graciosamente para que desde allí viera y después contara la corrida de estos artistas de la pañosa, toreros de enjundia y arte, pero que lidian toretes a medio hacer. Sin embargo, el público, el generoso y amabilísimo público de Arévalo estuvo siempre en su sitio, sin levantar la voz, ni una protesta. Daba gloria verlo completando todo el aforo, poniendo el cartel de no hay billetes en taquilla. Todo con corrección y participación, sonrisas cómplices y a pasarlo bien, que para eso estamos en fiestas. Creo que el sol me coció a mí también un poco la cabeza para no ver lo que todos dicen que vieron, es decir, toreros toreando toros en Arévalo.
(Reportaje gráfico: Fermín Rodríguez Sánchez)
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