Mucho público acudió al salón de actos del Centro cívico Esgueva de Valladolid para escuchar las intervenciones de la mesa redonda preparada por la Peña vallisoletana que dirige Jesús Doncel con motivo de sus doce más una jornadas taurino-culturales. En esta ocasión, dos matadores de toros salmantinos, Domingo López Chaves y Javier Castaño y un subalterno que se aúpa por méritos propios en la cresta de la ola, el madrileño David Adalid comparecieron ante la concurrencia. El acto estuvo moderado por Manolo Illana quien dio micrófono y palabra a lo largo de la hora que duró el coloquio, desgranando anécdotas y retrotrayendo el ayer taurino y los recuerdos de ambos matadores y el subalterno «de la silla», sentado en la misma puso banderillas en la localidad francesa de Nimes en aquella gloriosa corrida triunfal de su maestro y amigo Javier Castaño.
Domingo López Chaves, asentado, sereno, maduro ya en su profesión abrió el fuego cuando a él le tocó hablar diciendo que «a un torero nunca, nunca hay que darlo por perdido», tras las siete tardes en las que ha hecho el paseíllo este año.
Por su parte Javier Castaño, entre las 38 tardes que se vistió de luces y esperando el viaje a América en donde toreará los días 25, 26 y 28 de diciembre y el día 6 de enero se mostró esperanzado con este nuevo reto que afrontará. No se olvidó de resaltar aquella gesta de este año en Nimes en la que se enfrentó a seis miuras en una plaza de primera, logrando cinco orejas, y cimentando un toreo poderoso, bello y emotivo a los ojos de los espectadores que le han encumbrado a la parte alta del escalafón.
Por su parte David Adalid, premio San Pedro Regalado al mejor subalterno, dijo que para él, como hombre de plata, era un privilegio y un honor estar con estos dos toreros. Contó algunas anécdotas de su vida sobre todo en su formación taurina allá en el valle del terror, en donde se hizo como torero, con la extraordinaria dificultad que tiene enfrentarse a esas reses fuertes, duras y de arboladura a veces de impresión. Por eso refirió que, cuando iba con su patrón Javier Castaño, éste le preguntaba: ¿has toreado aquí?. Y él contestaba: -No. Y ¿aquí?. No, era la respuesta de David. Hasta que ya le dijo a Castaño: Maestro, yo conozco todas las plazas de metal de los hermanos Correa, de Orgaz, de chapa, pero nunca había visto estas de ladrillo como torero donde es mucho más fácil lidiar a los toros.
Javier Castaño insistió en otro momento que mataría en Sevilla la corrida de Miura en el mes de abril para la que ya está contratado y que insistía en estar dispuesto para matar toda la camada este año de esta ganadería mítica española de Zahariche con asiento en Lora del Río. No faltaron anécdotas de sus comienzos como torero y que la primera vez que salió ante un novillo en una de las calles del pueblo, tras darle el primer capotazo, tiró el capote y se subió a la talanquera, pues el miedo le podía. Sin embargo, la afición de su padre y el ánimo, le hicieron acceder a la escuela taurina de Salamanca y empezar su carrera en este mundo del toro, dirigido y enseñado por el maestro Juan José.
La Peña el Juli obsequió al final del acto a los participantes en este coloquio con vino de la tierra y el agradecimiento de la directiva de la peña en representación de todos sus miembros para llevar a término estas jornadas con estupendo seguimiento e interés.
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