Hoy cuando las paladas de tierra cubran el cuerpo sin vida de Tomás Rodríguez Bolaños y la expresión paleocristiana da sentido al final de una vida, «Sit tibi terra levis«, bueno es recordar a una persona que en su condición de regidor de la ciudad puso en marcha la feria de San Pedro Regalado, el patrón de Valladolid y de los toreros, ese al que tanto aclamamos y tan poco queremos en la realidad por estar allá escondido en el viejo cenobio santuario de la Aguilera en Aranda de Duero.
El ejemplo mejor recordado puede verse entre estas mismas páginas cibernéticas cuando en las XX Jornadas taurinas que lleva a cabo la Federación de Valladolid, citó a su mesa y acudieron los tres alcaldes de la democracia, Tomás Rodríguez Bolaños, Javier León de la Riva y Óscar Puente para hablar de las razones, de los hechos, actuaciones, olvidos y cortapisas con que discurre en Valladolid la Fiesta de toros. Los tres alcaldes en aquellos momentos a plaza llena mostraron su taurinismo claramente, sin tapujos. Bien es verdad que luego los hechos no han acompañado las palabras dichas y eso es la demostración palpable de la ingratitud, del interés, del egoísmo y del mantenerse sentado en un sillón sin que los ciudadanos hayan dado su respaldo al mismo.
De lo que no podemos olvidarnos es que Tomás, el primer alcalde de la democracia vallisoletana, era y demostró con hechos y acciones su taurinismo, su apoyo y respeto por la fiesta de toros en su ciudad. Para ello nada mejor que ponerse manos a la obra para colocar un escaparate más que digno, atrayente y conocido con una feria de San Pedro Regalado cuando mayo, florido y hermoso, luce sus mejores momentos de vitalidad y luz.
La existencia y realidad de la fiesta de toros es innegable y además sobreponiéndose una y otra vez a los ataques desaforados de quienes con rabia y saña quieren prohibirla. Pues los toros son seña de identidad de pueblos y gentes, por mucho que la pandemia animalista y antitaurina violenta salga y quiera desprestigiar algo que reverdece temporada tras temporada.
No hay más que irse a cualquier pueblo que anuncie toros en sus calles, campos y plazas al recoger con su llamada del cuerno a cientos y cientos de seguidores, ansiosos de templar el ánimo, conseguir un bien inmaterial y lograr burlar el miedo en un lance torero, para corroborar la vida y la existencia de la singular fiesta de toros.
Hoy se ha ido Tomás de una tierra que amó y respetó, trabajó por ella y dio su vida luchando por la libertad. Y además era taurino, toda una medalla de compromiso.
¡Que la tierra te sea leve, alcalde!.
En nombre del Consejo de Gobierno de la Federación taurina de Valladolid acompañamos en el sentimiento a sus familiares y amigos.
Foto: José SALVADOR/Federación taurina de Valladolid
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