Con el corazón encogido y en vilo, otra vez, al conocer la cornada sufrida ayer en Vitigudino por el malagueño, espigado y valiente torero Saúl Jiménez Fortes y vistos los titulares con los que la noticia recorre redacciones, mesas, papeles y redes sociales calificando de «espeluznante», «escalofriante», «dramática», «gravísima«… la cornada en el cuello y en el caso de este diestro reiterativa de aquella otra sufrida en Madrid hace tan solo tres meses.
En Vitigudino estaba ganándose el jornal el torero, alternando en la corrida de la feria junto a López Chaves y al rejoneador Álvaro Montes, enfrentándose a una corrida de la ganadería de Orive el día de San Roque, patrón de llagados y pobres y de todos nosotros quienes vivimos por estas tierras de esperanza y sencillez, cuando tras dar al animal una larga de rodillas fue prendido junto a las tablas y corneado en el cuello.
Las imágenes hablan por sí solas y relatan el suceso fotograma a fotograma para no perder detalle. Casi de inmediato los ayes, lamentos, ánimos, y ponte bueno del público y aficionados que conocen a Jiménez Fortes, lo han visto torear en alguna ocasión o tienen más o menos relación de amistad con él, han dejado hablar al corazón y surgido el sentimiento profundamente humano de la compasión.
Jiménez Fortes, como el resto de quienes se visten de luces todas las tardes son ejemplo vivo y palmario que la fiesta no es un juego entretenido o divertido, sino una ceremonia íntima e increíble donde el riesgo a sufrir la herida e incluso la muerte está latente en cada lance, en cada tarde y en cada plaza. De ahí la grandeza de ser torero: Poner su vida al albur del destino una tarde entre los cuernos de un toro bravo.
El hule de las enfermerías está empapado en sangre de los toreros temporada tras temporada, porque ellos así lo quieren y así lo manifiestan como una auténtica entrega a más que una profesión, un sentimiento y una forma de vida. De ahí la grandeza del héroe. Y cuando se dice que hay mentira, manipulación, sometimiento y control del riesgo, el destino una y otra vez, viene a colocar las cosas en su sitio en estos duros momentos y a ponernos frente al espejo de la nada en el reflejo de la muerte.
Deja una respuesta