Enrique Ponce desorejó a sus tres toros en el mano a mano de la vuelta del vallisoletano Manolo Sánchez al ruedo del paseo de Zorrilla , sobre todo al quinto de la tarde un bravo «mesón» de Miranda y Moreno con el que dibujó auténticos pases de cartel merced a su privilegiada cabeza, sabiendo templar, parar y mandar como pocos lo hacen en estos momentos en las tardes de toros. Hoy Enrique Ponce, el maestro de Chiva, pese al viento que le molestó en varios momentos de sus faenas ha tenido una actuación destacable, espléndida en algunos momentos, con pausa y dominio, enseñando a embestir tanto al llamado «ermita«, corrido en tercer lugar como al «berberisco» que abrió plaza, terciado, nobles y bravos de la ganadería de Miranda y Moreno.
Por su parte, Manolo Sánchez, acogido con cariño siempre por el público y a quien la Federación y su peña taurina le entregaron una placa al inicio del festejo en recuerdo de sus XXV años de alternativa, tuvo que pasar un mal trago cuando escuchó los tres avisos al no poder matar ni con el descabello al «gordillo» corrido en cuarto lugar y eso que había saludado con gracia torera , meciendo en el capote al encastado y bravo ejemplar. Su faena fue firme y muy digna, gustándose en algunos momentos del trasteo. Se perfiló para matar y logró una estocada entera algo trasera que no tiró por tierra al animal, sino que ahí empezó un auténtico calvario para descabellar, terminando sin fuerza en su brazo. Incluso con la ayuda del maestro Enrique Ponce, que le echó una mano para que metiera el acero, pero que si quieres arroz, Catalina. Los tres avisos cayeron como una losa sobre el torero de Valladolid, desanimándole ostensiblemente y contrariando su ilusión por la reaparición en esta madurez torera, tras su retirada profesional de los ruedos.
La gente, los espectadores, viendo la situación anímica del diestro entre barreras prorrumpieron en aplausos y en una ovación cariñosa de ánimo a la salida del sexto de la tarde. Manolo estuvo muy digno en su faena con tres series estupendas por la derecha y el cante que salió desde el tendido. Todo estaba con él, olvidado el desastre con los aceros del toro anterior y Manolo volvió a sonreír. La faena tuvo sus altibajos, con pases más ceñidos y templados, alternando con otros no tan canónicos. Perfilado para matar, falló de nuevo, entrando con un metisaca y una entera a continuación que echó por tierra al bravo castaño de Miranda y Moreno que cerraba corrida. La Presidencia, benévola, excesivamente benévola y desprestigiando en cierta manera la categoría del palco vallisoletano, le premió con las dos orejas, galardón excesivo a juzgar por la faena desarrollada.
En fin. Poco más que contar en esta corrida, en la que media plaza se acogió al tendido, con viento molesto en algunas fases de la lidia lo que entorpeció la mejor labor de los toreros en ese mano a mano que siempre entendimos que era competencia entre dos diestros para mostrar sus dotes en el arte de torear. En este mano a mano, aunque los dos toreros salieran a hombros, solo Enrique Ponce enseñó la grandeza de cabeza, cuerpo, muñecas y alma que rige tantos años su toreo especial, extraordinario, excepcional y emocionante en la última corrida a pie de la Feria de Valladolid. Y de Manolo Sánchez, el gran recuerdo como torero que fue, revivido en algunos momentos de esta tarde y aplaudido por su público de Valladolid que no le ha olvidado.
ÚLTIMA DE LA FERIA DE LIDIA ORDINARIA DE VALLADOLID
Seis toros de Miranda y Moreno, dos terciados y nobles; dos flojos y encastados y otros dos nobles y bravos, corridos en quinto y sexto lugar en mano a mano para Enrique Ponce, oreja, oreja y dos orejas y Manolo Sánchez, ovación con saludos; silencio tras tres avisos y dos orejas. Actuó como sobresaliente Miguel Ángel Sánchez.
FOTOGRAFÍAS: José FERMÍN Rodríguez
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