Se asomó en la balconada de la Presidencia de la corrida el pañuelo azul para premiar la bravura de «ocultado», un toro de Montalvo que abrió plaza en la segunda de las corridas de la Virgen de la Vega en Salamanca y que fue magníficamente lidiado por Eduardo Gallo y podría haber sucedido algo parecido con el sexto que cerraba la tarde de nombre «civilon», fuertemente aplaudido en el arrastre, lidiado por otro de los triunfadores, el madrileño David Mora que entró en el cartel en sustitución de Del Álamo.
Se había programado una corrida de toros netamente salmantina, de la tierra, con toreros de casa como quien dice y toros de Juan Ignacio Pérez-Tabernero. Los Montalvo esta vez no defraudaron a nadie, pues resultaron bravos, encastados, nobles y con movilidad. Tal solo el segundo «tomatoso» recibió pitos cuando las mulillas tiraban del tiro de arrastre, más por su mansedumbre pero con genio, que por su maldad.
Ante ellos actuaron Eduardo Gallo (oreja y oreja); El Capea (ovación fuerte con leve petición de oreja y fuerte ovación con saludos desde el tercio) y David Mora (oreja y oreja). Al final del festejo tanto Gallo como Mora salieron a hombros por la puerta grande de la Glorieta en un triunfo que les supo a gloria bendita y que ganaron por el tesón, la raza, la torería y el poderío demostrado ante sus enemigos.
Montalvo ha echado un encierro bien presentado, con cuajo y romana, cinqueños, lo que ha dado mucha mayor emoción a la corrida. Tan solo el segundo, «tomatoso» y el colorao ojo perdiz «cinchón» que salió en tercer lugar llevaban el guarismo 9 en la paletilla. Media plaza en los tendidos y una tarde ideal, de luz y sol, para la práctica del toreo.
Y vamos con los protagonistas y cuanto recogimos en la impresionante y acogedora plaza de toros de la Glorieta salmantina, donde hasta la música suena mejor cuando pasa lo que tiene que pasar en una corrida de toros, que los toros embistan, tengan raza y se muevan.
Eduardo Gallo salió al paseíllo con un lazo negro en su brazo derecho en señal de luto por el fallecimiento de sus cuatro tíos a los que apreciaba profundamente, según me dijo él mismo en el patio de cuadrillas.
Eduardo abrió plaza y eso siempre parece un handicap para los toreros, pero este muchacho rubio de Salamanca, merece estar y tener más oportunidades en su profesión, porque hoy, ¡vaya aperitivo que ha servido a los espectadores con el primero de la tarde!. Muy bien pareado y con exposición por Domingo Siro, la de Gallo fue una excelente faena, que no tuvo ni tiempo de brindar al público pues el burel se le arrancó como un tren cuando iba a realizar el brindis y tuvo que darle una serie inicial serena y templada, muy aplaudida, para seguidamente echar el ¡va por ustedes! reglamentario. Pero daba igual, el animal embestía con la cara baja, comiéndose la muleta, y Gallo le instrumentó sus series con belleza y temple. Dio un remate a cámara lenta cuando le gritaba uno de sus subalternos: ¡déjasela puestita!«. Pases de frente, ajustados, inmensos, de singular belleza. Y de remate una estocada hasta la bola efectiva y radical, un pelín caída, defecto que el Presidente juzgó para no conceder la segunda oreja de la res, perfectamente merecida por el salmantino. Barullo, griterío y ovación de gala al toro cuando se le dio la vuelta al ruedo, tras mostrar el presidente de la corrida Ramón Sánchez el pañuelo azul.
En el segundo de Gallo deleitó con un quite su compañero Capea conformado por tres verónicas y una media realmente buenas y ajustadas. Luego, la faena donde no faltó ni un remate bajándole la mano al toro realmente mandón y bonito. En este toro se dio un arrimón de cuidado, pues veía el diestro que a este «caramelito» cinqueño le tenía que chupar a base de esfuerzo, valor, temple y ganas. Otra estocada y de nuevo una oreja a su esportón, garantizándose la salida por la puerta grande.
Pedro Gutiérrez «El Capea» pechó con el lote más deslucido del buen encierro de Montalvo, pero ante el manso segundo, este torero demostró que a los mansos también se les puede hacer faena. Muy bien los doblados por bajo para someter la embestida y lucir luego ya estirado con la diestra la condición del toro, el cual al someterlo se le raja claramente. Capea se fue al terreno cercano a toriles donde el toro se encontraba más a gusto y allí le enjaretó buenos pases con ambas manos, esforzado y muy profesional, entregado, trabajando con torería, dominio y poder. Muy bien el Capea con este manso de libro, el único deslucido del encierro. Logró una estocada algo trasera y el público le correspondió con una fuerte ovación.
Ante el quinto que recibió en el tercio con una larga de rodillas, intentó meter en el canasto al «cristaloso» que así se llamaba el de Montalvo y todo hacía presagiar otra gran faena del muchacho, hijo de Pedro Gutiérrez, presente en un burladero del callejón. Cuando todos nos la prometíamos felices y contentos, el toro da una voltereta espectacular tras clavar en el suelo los pitones y eso lo derrengó ya para el resto de la faena, perdiendo el fuelle, y saliendo con mucha merma en la acometividad. Tras pinchazo y estocada fulminante, de nuevo recibió la fuerte ovación del público.
Y cerró cartel David Mora que entró en él para sustituir al lesionado Juan Del Álamo y bueno, qué vamos a decir, de este hombre que ha jugado su baza hoy en Salamanca de torero artístico, pausado, señorial, grande, inmenso y entregado, con un poder en sus muñecas y en su cuerpo que le hacen cimbrearse como un junco de ribera mecido por el viento. El toro había puesto en apuros a su banderillero «Puchi» quien tras clavar con entrega y riesgo el segundo par, por el que fue aplaudido, a punto estuvo el hombre de saltar por los aires en la cornamenta del ejemplar, bravo, de Montalvo. Espectacular el cambio de mano, el sitio, el cite, la colocación, la gracia y la torería que este torero muestra y que hoy nos ha deleitado con una lección de elegancia y belleza inmensa.
Tanto que un vozarrón del tendido exclamó: «¡Eres la elegancia en los toros!«. Y tanto porque David Mora hoy nos deleitado con dos faenas para enmarcar ambas, una de asiento y gusto, clavando los pies en el suelo y haciendo girar alrededor de su talle el burel y otra, la del que cerraba plaza de dos orejas si hubiera acertado con el acero. David Mora mostró su raza cuando viendo que dos pinchazos marcados arriba bien señalados, pero que se le iba el triunfo y la puerta grande por el Tormes abajo, tiró la muleta al suelo y a pecho descubierto se echó encima del burel logrando la estocada que lo mató, arriesgándose a recibir la cornada él mismo. Gracias a Dios y a la Virgen de la Vega, el noble toro de Montalvo agachó la testuz y no hirió al magnífico torero madrileño. De nuevo, el Presidente pese a haber fallado a espadas el diestro y por la petición del público emocionado todavía, sacó el pañuelo para que se desorejara al toro, y al que la gente aplaudió con fuerza en el arrastre, pidiendo la vuelta al ruedo mientras el tiro de mulillas llevaba al desolladero a este otro gran toro de Montalvo llamado «civilón«.
En resumen, una muy buena tarde de toros la disfrutada hoy en Salamanca donde Gallo y Mora triunfaron y El Capea, muy digno y aseado, se fajó con torería ante un manso de Montalvo, el único garbanzo negro que trajo el buen ganadero que es Juan María Pérez-Tabernero.
Fotos: Menacho y J. López
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