La grandeza de las personas se mide muchas veces, por la dedicación y entrega de todos ante la desgracia sobrevenida de un compañero. Es en los momentos difíciles cuando mejor se aprecia este axioma de «Ayuda al necesitado» como si se tratara de ese fiel samaritano que, sin pedir nada a cambio, ayuda, cura, acoge, alivia y acompaña al dolorido y quebrantado ser humano tirado en el camino y despreciado por muchos.
Tienen los toreros una pasta especial en su a veces complicada personalidad, pues su mirada siempre se dirige abierta, limpia, con claridad, para dar a los demás algo de sí mismos. Ellos son solidarios con enfermos, golpeados por la vida poniendo su vocación al servicio de la caridad bien entendida, esa por la que nunca entra la peste de otros estamentos y otros intereses. Los toreros, grandes y cuanto más grandes mayor es el bálsamo, sirven a la causa del dolor tal vez porque ellos cimientan su vocación en el tajo de la vida y la muerte, el dolor y la tragedia; ese sutil hilo que nos hace finitos pese a las múltiples consideraciones que quieren tapar y esconder las dificultades y honrar el disfrute egoísta por encima de todo.
Los toreros son todos ellos samaritanos de la vida, deseosos de participar, animosos para ayudar a quien más lo necesita y en especial cuando es un compañero herido quien precisa de su mano salvadora, tal y como se representa en este grupo que auxilia a un compañero maltratado.
Esta fotografía que ilustran las palabras escritas captada en Las Ventas de Madrid por Andrés Moore dice mucho de cuanto queremos transmitir a los lectores. Todos los toreros arropan al herido, lo izan en volandas y los trasladan a la enfermería para que los cirujanos, galenos solícitos y profesionales, revisen y restañen las posibles heridas de uno de sus compañeros. Hasta las lentejuelas de los trajes, los hilos de seda de colores y azabaches brillan más y mejor en esta acogida solidaria que llevan a cabo cada tarde, cada momento, cada instante, como si tratara de un cuadro barroco hecho con pinceles amorosos y solidarios.
¡Qué grandes son los toreros!.
Foto: Andrew Moore/Las Ventas
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