Vuelve a resonar el grito, ahora con orgullo y más fuerza, «¡hay toros!«, una vez que empieza la gente a sacudirse el yugo de la opresión, la crítica, la propaganda interesada y parcial, el remoquete, el insulto y el rechazo de un grupo violento de gente que da a los animales los mismos derechos, e incluso más que a las personas. Esos a los que no les importa que las ciudades y los pueblos se llenen de cagadas de perros por aceras y calles, ahondando en esa marrana y antihigiénica costumbre de dejar a las mascotas actuar a sus anchas y vaciar vejiga e intestino cuando la razón fisiológica les aprieta y que se oponen a la forma tradicional de correr toros en los pueblos por entender que eso es maltrato animal. Desparpajo sin sentido, advenimientos de modas y captación de seguidores y adeptos para continuar en su fructífera cruzada contra los infieles de los pueblos a los que gusta correr toros como toda la vida de Dios se ha hecho.
El toro de lidia, el caballo, el perro, el gato y todos los demás animales que sirven a la pervivencia del hombre sobre la tierra, le dan compañía, sustento y recursos en los que apoyar su mismo desarrollo.
La conmoción en un pueblo cuando se anuncian en sus carteles toros es innegable todavía, pese a los discursos redentores y prohibicionistas que acechan por doquier. Pero la superación por ello es más grande y vital cada día: Ahí están Sahagún de Campos, Sotillo, Sieteiglesias, Ledesma, Burgos, Zamora, Arévalo, la Parrilla, Arroyo, Granada, Navalmoral de la Sierra, Toledo, Albacete, Bilbao, Fresno el Viejo, Coria, Rioseco… llenando un mes de junio de festejos de toros para honra y deleite de la afición. Porque ya es hora de revolución más que de lamento y silencios.
Y sobre todo pensar en cuantos dan el paso adelante cada día, cada tarde, cada temporada, para dar toros a los demás con las circunstancias, trabajo y desprendimiento que todo ello lleva consigo. Ayudarles económicamente para que mejoren aún más el espectáculo, se encuentren a gusto y dispongan de un medio de vida como otro cualquiera. A esos empresarios taurinos, llenos de afición y orgullo, hay que seguir apoyándolos y respetándolos como no puede ser de otra forma.
Estallan las fiestas de los pueblos al llegar el verano, y tras los últimos festejos del grandioso escaparate mundial taurino que es Madrid, ciudades, pueblos, localidades grandes y pequeñas anuncian de lleno fiestas en la que los toros son el centro de la diana, como ayer, igual que ayer. Porque ¡esta tarde hay toros!.
Foto: José FERMÍN Rodríguez
Deja una respuesta