Ya está a la mitad prácticamente este mes de junio, irregular en lo climatológico, con lluvias abundantes tormentosas en muchas partes, haciendo más real el dicho: «Agua por San Juan, quita vino y no da pan» y empiezan los meses del calor, del sol y moscas para que haya toros por esas plazas de Dios y de María Santísima. Y el primero de los patronos importantes que aparece, una vez arado el campo por el de los labradores, es San Juan.
No sé si este año bajará o no el dedo con el que señalaba al Cordero divino de su primo, porque en esto de la Tauromaquia es preciso que siga apuntando y marcando el rumbo que no debemos nunca perder, el de la afición, el de la entrega y el de la participación. En Alicante ya están encendidas las hogueras en cuatro montones de toreros alrededor del apellido Manzanares, y otra más para los rejones y se lidiarán los de Fuenteymbro de Ricardo Gallardo; los de San Pelayo y San Mateo de Pedro Moya y familia; Los de Alcurrucén y de Zalduendo y los de Fermín Bohórquez para los caballos, rebajando los festejos en número por aquello de la crisis de espectadores.
Y en lo popular destaca la ciudad cacereña de Coria con los toros de San Juan, a los que se les denominaba «de los soplillos», pero que por aquello del prurito escrupuloso e influenciados por los protestones antitaurinos, decidieron su eliminación, dejándolo tan solo en la adornada, espectacular y bonita divisa además del tiro de gracia final junto a las piedras de la Catedral, tras haberlo corrido por callejuelas y plazuelas.
Luego también hay rincones, sitios, pueblecitos encantadores y hospitalarios donde se corren los toros, se celebran festejos, encierros y corridas que dan la pauta a esta fecha honrosa en el calendario taurino cuando accedemos al solsticio de verano y la estación del calor entra con fuerza en la vida de las personas y de toda la naturaleza: Sahagún con una corrida extraordinaria de la ganadería leonesa de Valdellán, lidiando aquellos santacolomas que cuida Fernando Álvarez en el cenobio silencioso junto a Santa María del Río. El pueblo madrileño de Torrejón de Ardoz con una feria en la que su plaza mantiene aún el lleno todos los días, recibiendo con ganas y afición a los toreros y corriendo por la mañana los toros en sus calles modernas, al lado mismo de la base americana. Y Soria, ¡Dios mio!, Soria. La espectacular, abigarrada y genuina «saca» en Valonsadero, el viernes de toros, el sábado agés, las bailas y esas novilladas sin picadores donde es difícil encontrar el torero entre el tumulto de disfraces en una juerga única e irrepetible que convive con la tradición taurina más absoluta y arraigada.
«Que en San Juan se corran los tres toros y el pan se venda a nueve maravedís el cuartal«, explican viejos libros de Ordenanzas y Acuerdos del municipio de Tordesillas que honraba en esa fecha a San Juan y que tuvimos la suerte de encontrar, leer y transcribir en uno de nuestros escritos sobre toros: Compartir la fiesta y el pan, es el objetivo de estos grandes días del comienzo del verano. Luego vendrán San Pedro en Zamora, en Burgos… y en tantos sitios, pero eso será harina de otro costal.
Ya está la mecha encendida de las hogueras de San Juan: Que en ella se quemen los viejos maderos, las prácticas oscuras y las feas acciones que todos llevamos a veces dentro de nuestra propia vida, en esa gran hoguera de renovación y regeneración para abrir un tiempo nuevo y una forma de entender el hermoso significado de la fiesta de toros en España.
Fotos: Fermín Rodríguez y J. López
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