Ya que andan los directivos de televisión buscando fórmulas de acercamiento de los espectadores a los distintos programas que se emiten en tantos cientos de canales como se dispone, pero que en ocasiones ni llenan ni satisfacen como el espectador desea, bien vendría pensar que las retransmisiones taurinas son un importante estímulo que aumentan el número de miradas a la denostada «caja tonta». Y aunque no se puede comparar, ni en toros ni en fútbol, la belleza del directo y la inclusión en el lugar en donde se produce el evento, bien está recordar que la televisión como la radio o la prensa sirven, sirvieron y servirán para llevar a quien no puede acudir a la plaza la gesta torera.
Varios ejemplos tenemos entre los aficionados para seguir y contemplar los festejos de toros. Uno de ellos lo protagoniza la Cadena de Castilla la Mancha Media esa que emite ferias de novilladas y corridas de toros casi todas las semanas de la temporada, dándose una vuelta por las innumerables plazas en donde hay festejos de toros. José Miguel Martín de Blas y su equipo de CMM han superado con holgura la franja de aceptación en la emisión de un día de toros, argumento para continuar en la nueva temporada a su fomento y difusión.
Otro de los ejemplos es Telemadrid con Sixto Naranjo al frente de las retransmisiones taurinas, cadena madrileña que ha reverdecido en su aceptación popular desde que emite toros por su parrilla.
Sin olvidarme del Canal Sur andaluz ni de su pionero programa «Toros para todos», aquí en Castilla y León la RTVCyL echó la pata alante con motivo de las novilladas de la pandemia, en aquella gira de «reconstrucción» y de difusión en la que la Junta de Castilla y León y la Fundación del Toro de Lidia pusieron en marcha para seguir garantizando el vivero torero de una vocación, de una actividad genuina, propia y única merecedora de atención, fomento y apoyo. Las retransmisiones, puestas luego en escaparate de consulta y mirada a través de la red cibernética, para que el aficionado pueda ver de nuevo el festejo, analizarle o recordarle es algo que ha llegado para quedarse.
Los sábados y domingos por la tarde placitas de pueblos donde daban toros se veían concurridas de público y las cámaras de la tele ofrecían en directo el festejo. Bien creo que el resultado de audiencia está más que reconocido y medido por sus propietarios y, pese a esas modas de prohibiciones, luchas y algaradas que han entablado animalistas radicales con la fiesta de toros, se va imponiendo cada vez más la cordura, la razón pero también la decisión de contar con lo que se tiene, darlo a conocer, vivirlo y sentirlo como propio que es.
Dar toros por televisión es un acicate más que interesante para la cuenta de resultados de la mercantil y de todos cuantos intervienen en ella. A la vista está y la audiencia no miente.
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