La esperada corrida de Alcurrucén en Zaragoza ha sido un auténtico fiasco, salvada en el postre por un «burlón», colorado y ojo de perdiz al que Tomás Rufo logró cortarle una oreja merced a una faena decidida y entregada, jaleada por el público, con la que sometió al burel al que recibió con una larga cambiada y que en su faena de muleta le cambió a mejor. Tanto es así que la incertidumbre del ejemplar se transformó en dominio pleno del torero de Talavera de la Reina, jugándose el pellejo realmente ante las astas del Alcurrucén, el único ejemplar en la tarde de hoy que ha respondido con bravura y sin flojera de remos a los cites del torero. El toro fue aplaudido en el, arrastre.
Los otros cinco, a cada cual más parado, flojos y con pocas ganas de acometer. Lo que impidió que Uceda Leal y Castella tan siquiera pusieran algo de su parte a la belleza de la lidia. Faenas anodinas, sin demasiada decisión en donde los núñez de Alcurrucén resultaron de bravura baldía en esta ocasión.
No estuvo bien que Castella, sustituto de Morante de la Puebla, mandara callar ostensiblemente a un espectador del tendido que le recriminaba la entrega canónica en sus cites, aunque solventaría con quietud y arrimón incluido ante el «cariñoso», primero de su lote y mostrando su oficio ante el quinto que perdía las manos si el francés le bajaba la pañosa. Castella tiene el oficio de la quietud más que aprendido pero cuando el enemigo no ejerce, poco puede hacer el torero, si se derrumba a la mínima.
Uceda Leal pasó en silencio la presencia en la feria aragonesa del Pilar, pues había entrado en sustitución de Daniel Luque y pese a lo excelso que ejercía su toreo, en esta ocasión se le notó demasiado ayuno de oficio. Verdad es que lo intentó con todas sus ganas pero el muro de mármol de los Alcurrucén fueron un frontón imposible para el estupendo torero madrileño. Anoto una serie al natural como lo más destacado de Uceda Leal.
Y Tomás Rufo fue quien se llevó el triunfo y el gato al agua, jugándosela ante el burlón que cerraba corrida. Había saludado tras su faena en la que los aceros le jugaron una mala pasada cuando despachó a «toledano», el tercero de la tarde, distraído, y mostró su empaque y decisión y aunque tuvo que dar los naturales de uno en uno puso su gusto excelente en escena con el manejo de la muleta.
Fotos: José SALVADOR.
Ficha de la corrida:
Plaza de Zaragoza. Casi tres cuartos de plaza. Tras el paseíllo sonó el himno nacional de España. Seis toros de Alcurrucén, flojos, sin fuerza, nobles, excepto el sexto encastado y aplaudido en el arrastre para
Uceda Leal, silencio y silencio.
Sebastián Castella, aplausos tras dos avisos y ovación en el que brindó a su cuadrilla como despedida de la temporada.
Tomás Rufo, ovación tras aviso y oreja
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